Mi
padre hubiera preferido el colegio donde estudió él, La Mirandilla,
pero nos quedaba muy lejos, casi en la otra punta de Cádiz, así que
mi madre se salió con la suya y me llevaron a la Academia de
Enseñanza primaria Hermanos Garate que había cerca de casa y que
era muy pequeñita, apenas un chalecito con cuatro o cinco
habitaciones que servían de clases y en la que Don Francisco, que
ejercía la dirección, tenía un trato muy personal con todas las
familias. Además, se ofrecía la posibilidad de apuntarse a las
clases de apoyo y recuperación por las tardes para hacer las tareas,
toda una novedad por entonces, una vez terminada la jornada escolar.
Me
acuerdo muy bien de la señorita Vicky (mi primera maestra) de la que
por supuesto, me enamoré. Recuerdo también la cartilla Palau con la
que aprendía a leer y los dibujos que en ella había. Una vez
terminada esta etapa inicial finalicé mi escolarización básica y
los estudios medios en el colegio San Felipe Neri que los Marianistas
mantienen en Cádiz.
No
he sido un gran lector de libros “importantes” cuando niño, pero
no culpo a la escuela de ello. Coincido con algunos que me han
precedido en este blog en que los pilares básicos sobre los que me
interesé por la lectura estaban fuera de la escuela. Creo que la
lectura, por aquellos tiempos, era una tarea familiar y social y
sencillamente no estaba preparado para ellos.
No
conocí a los clásicos de la literatura universal hasta que me hice
un zagal de nueve o diez años, época en la que dediqué muchas
horas a la lectura de las entregas semanales del Guerrero
del Antifaz, que dio lugar a una interminable lista de cómics y
tebeos de la época hasta que llegó el
increible Spiderman y del que salté a las colecciones
ilustradas de los clásicos, a las novelas de Julio Verne, a La
Isla del tesoro, a Robinsón Crusoe, Los tres mosqueteros...
Esta
historia personal con los cómics y las novelas ilustradas sigue hoy
día en mis clases, donde trato que la chavalería acceda a estos
clásicos mediante lo visual. Soy de los que piensan que hay que
invertir en cómics en las bibliotecas públicas y los espacios
dedicados a los libros en las aulas, porque desde ellos,
contribuiremos a que las generaciones futuras se interesen por la
lectura de una manera más natural.
Benito
García Peinado
Maestro
de Primaria.
Estuve en esa escuela. Muchos recuerdos. Le temía a los guantazos de don Francisco. Todavía recuerdo a la señorita viki. Preciosa. Un saludo
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