tag:blogger.com,1999:blog-13397070061428776682024-03-05T13:32:36.968+01:00Yo aprendí a leer...Este blog nace con el objetivo de recoger las historias, de todo el que lo recuerde y nos lo quiera contar, de cómo, dónde y sobre todo quién le enseñó a leer. Y si no te acuerdas de este momento iniciático, cuenta lo que la lectura ha supuesto para ti y sobre los libros que te marcaron como lector o como persona.
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.comBlogger105125tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-2800079105929447492023-07-25T18:37:00.000+02:002023-07-25T18:38:45.779+02:00¿Cómo aprendí a leer?<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS80fXCb8tOmt5NqVOfxMomWr8vzgOTHD6MhTFuSNuR42r7rVgPNdMMRSqDWztYQk5SNb3RmLZOBRB8Rgja5qMWG_gzccycaX3mVmjLYF1-t5-PKQ0Rc2BKtvEdrBxyTDS18l99bAwutRwBe0L0z6VzPpl63NXVKhU8K0imTFX-y4SICDemGw1d-MkNYab/s1003/pupitreroge.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="717" data-original-width="1003" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS80fXCb8tOmt5NqVOfxMomWr8vzgOTHD6MhTFuSNuR42r7rVgPNdMMRSqDWztYQk5SNb3RmLZOBRB8Rgja5qMWG_gzccycaX3mVmjLYF1-t5-PKQ0Rc2BKtvEdrBxyTDS18l99bAwutRwBe0L0z6VzPpl63NXVKhU8K0imTFX-y4SICDemGw1d-MkNYab/s320/pupitreroge.jpeg" width="320" /></a></div><p></p><p dir="ltr" id="docs-internal-guid-b0dd3b60-7fff-805b-4c08-4c63b4a7f7c9" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><br /></span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Nací y viví hasta la adolescencia en un pequeño pueblo, El Salobral, a 14 km de Albacete, que era una pedanía de esta ciudad.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Aprendí a leer con la ayuda de compañeras de aula mayores que yo.</span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Como introducción explicaré cómo era la escuela de aquella época, los primeros años de la década de los 60. En mi pueblo había dos escuelas unitarias, una para chicas y otra para chicos y por tanto había un maestro para los chicos, D. Pedro y en la femenina una maestra, Dña. Isabel. Nuestro patio de recreo era la calle donde jugábamos sin ningún tipo problema durante ese período de tiempo. Para calentarnos teníamos una estufa que se encendía con leña; leña que teníamos que llevar cada uno de los alumnos. Uno de mis recuerdos más vívidos era cuando nos teníamos que tomar (era obligatorio) el vaso de leche enviada por los americanos (leche en polvo que se disolvía con agua). Todavía puedo sentir el olor y recordar el sabor que tenía.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">En años posteriores, se construyeron escuelas graduadas y las unitarias desaparecieron pero seguimos separados por sexo, incluso en el Instituto.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">En mi clase había unas treinta niñas de entre 6 y 14 año así que la labor de la maestra era complicada y no podía dedicarse exclusivamente a un grupo. Ponía tarea a las mayores siguiendo la enciclopedia Álvarez y llenaba la pizarra de operaciones matemáticas para las medianas. Mientras tanto, ella siempre tenía en su mesa alguna pequeña leyendo; pero las primeras letras, el sonido de vocales y consonantes juntas nos lo enseñaban las compañeras mayores. Me recuerdo en un banco compartido donde no me llegaban los pies al suelo y siempre con el cuidado de no tirar el tintero colocado en su hueco del banco. Cuando ya éramos capaces de hilvanar sílabas pasábamos a la mesa de doña Isabel y eso era un gran avance. Que yo recuerde, en unos pocos meses fui una de las afortunadas que iba a la mesa de doña Isabel a perfeccionar la lectura.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">A la vez, en casa, era mi abuelo el que me dedicaba tiempo porque mis padres tenían un negocio que requería pasarse el día trabajando. El abuelo Pepe fue clave en mi infancia porque suplió la falta de atención de mis padres. Recuerdo estar delante de la chimenea, sentada en sus piernas y con él repasando la cartilla casi todas las noches. Le gustaba contarnos historias de su tiempo de juventud, por ejemplo, que en la Segunda República fue cuando más importancia se le dio a la formación de las personas hasta el punto de que, cuando iban a segar, siempre había una persona libre encargada de leer la prensa que tenían a mano, en voz alta, para que los demás se informaran mientras trabajaban. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">En casa se le dio más importancia a las matemáticas que a las letras. Por eso, desde muy pequeños, nos enviaban a clases de repaso. Que yo recuerde, allí hacíamos operaciones matemáticas y resolución de problemas aunque también se trabajaba la comprensión lectora. Mis padres nos hacían leer el periódico, que se recibía en casa con un poco de retraso; por eso aprender a leer era tan importante ya que nos facilitaba poder hablar con nuestros hermanos sobre las noticias que no entendías o que te llamaban la atención.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">En mi recuerdo queda el primer libro de lectura que los Reyes Magos me dejaron cuando tenía 7 u 8 años: “El Quijote para niños”. Doña Isabel me hizo llevarlo a clase y lo fuimos leyendo en voz alta. Me sentí muy orgullosa por poseer un tesoro, así lo consideraba yo, y lo guardé durante muchos años.</span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Tuve que salir del pueblo para poder seguir estudiando el bachillerato. Cuando volvía en vacaciones mi mayor entretenimiento era la lectura: pasaba horas y horas leyendo todo lo que mi hermano mayor o los hermanos universitarios de mis compañeras me pasaban o sacábamos de la biblioteca. A veces, libros forrados para que no se viera el autor porque estaba prohibido. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">La lectura sigue siendo mi mayor afición, mi válvula de escape cuando estoy estresada y mi fuente de reflexión en el día a día.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Rogelia Córcoles Córcoles</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Profesora jubilada de Física Y Química </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: Calibri, sans-serif; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></span></div>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-28899255312424417242021-05-12T17:47:00.000+02:002021-05-12T17:47:31.942+02:00<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyZ5SlqfvGOVglWuDALnwISjihYP2k16v93xWc9cjURh7_3LPKtWK9vHMBDtbM2hJQMvAbrUNCroY8LeIswyUqtnAkfGlEKGGPKrzhrnDe2oeix4Sed_umJ0M11h5_phqAnOs0plEGFMys/s2048/odelauvedoble.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1430" height="372" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyZ5SlqfvGOVglWuDALnwISjihYP2k16v93xWc9cjURh7_3LPKtWK9vHMBDtbM2hJQMvAbrUNCroY8LeIswyUqtnAkfGlEKGGPKrzhrnDe2oeix4Sed_umJ0M11h5_phqAnOs0plEGFMys/w259-h372/odelauvedoble.png" width="259" /></a></div><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> BENDITAS LETRAS </span></span></b><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />Una tarde de hace medio siglo mi abuela me enseñó a leer. Veía apenada que siempre llegaba del colegio llorando; adaptarme al molde escolar quebraba mis huesos.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Después de comer y recoger la mesa nos pusimos con la cartilla, guiándome el dedo sobre las letras mientras las iba pronunciando. Luego me trajo cuentos que habían sido de mi madre y me leyó uno. <br />Cuando terminó le pedí otro y me lo negó.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> —Aprende a leer pá no dependé de nadie y que no te engañen.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Recuerdo que seguimos hasta que tuvimos que encender el flexo. (¿Dónde iría a parar esa luz concentrada con cuello de jirafa dócil?)</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">No miento si digo que al tercer día fui capaz de leer y comprender lo leído, yendo al colegio más entusiasmada que Champollion con la piedra Rosetta.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Cuando la señorita Encarnación me llamó a la palestra se quedó asombrada. Incluso me cambió la página que me tocaba pensando que la había memorizado.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> —Vaya, W, hoy no estás tan lerda. Espero que sigas así, aprovechando mis lecciones.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> — Me ha enseñáo mi abuelita con loz cuentoz donde aprendió mi mamá.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Estrelló por sorpresa sus nudillos en mi frente de cinco años, sacándome lágrimas, arrebatándome el triunfo.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> —W corrige ese acento. Ya que sabes leer no hables como una pueblerina. Puedes sentarte dos filas más cerca de la pizarra, has salido del pelotón de los torpes.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Me fui, sorbiéndome los mocos, a mi nuevo sitio entre las risas de mis compañeras. Una niña rubia a la que peinaban con tirabuzones, anacrónicos ya en aquel entonces, me recibió soplando la lengua entre los dientes:</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> —“Zzzzz!”<br /><br />Con los años suavicé el ceceo pero jamás perdí mi deje. Soy andaluza, reconocible en cualquier lugar por mi habla; los acentos de cada tierra son patrimonio de la misma y preciada herencia.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Tanto la señorita añosa como las monjas eran creyentes acérrimas de que la letra con sangre entra. Mi abuela usó el señuelo de mostrarme el paraíso que se encuentra en ellas. Y su poder.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Bendita sea.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />Dela Uvedoble</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Cuentista autodidacta <br /></span></span></p>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-74654043992206601922020-10-25T16:39:00.003+01:002020-10-25T16:44:18.495+01:00María Toca Cañedo<p></p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzlTnemU3PQ0BSv0oPBCtBk9FOcd0m5Lnpu41xiNqP9VU8aeQou0tFD16HzgFBsBA22d9F0HDcRYztMAGhV4d0ZhhY4WQbBnVFLdi3K8MovGylsz6CPqb4bNxcsSoKMpjVizafBwjd53Zc/s929/mar%25C3%25ADatocaca%25C3%25B1edosepia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="929" data-original-width="589" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzlTnemU3PQ0BSv0oPBCtBk9FOcd0m5Lnpu41xiNqP9VU8aeQou0tFD16HzgFBsBA22d9F0HDcRYztMAGhV4d0ZhhY4WQbBnVFLdi3K8MovGylsz6CPqb4bNxcsSoKMpjVizafBwjd53Zc/w254-h400/mar%25C3%25ADatocaca%25C3%25B1edosepia.jpg" width="254" /></a></div><br /><p></p><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><b>¿Cuándo
aprendí a leer?</b></span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">No
lo sé. Muchas veces me lo he preguntado ¿cuándo aprendí a leer?
Es triste que una de las cosas más importantes de mi vida, sino la
más, y no recuerde cuándo ni cómo empezó. Me entristece porque me
gustaría guardar ese recuerdo con fanfarria y fuegos artificiales.
Imposible, no lo sé.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">A
veces pienso que debí nacer sabiendo leer, quizá en el vientre de
mi madre, de puro aburrimiento por estar encerrada, visualizara las
letritas y las aprendiera a juntar. Es posible, tan solo puedo contar
que entre nebulosas que cubren el recuerdo más lejano de mi
infancia me visualizo con una cinta blanca en el pelo y dos trenzas
que prensaba mi madre por la mañana prontito, sentada en una silla
bamboleando mis pies porque les faltaba un palmo para llegar al
suelo…y leyendo. Leyendo sin parar. Leyendo todo lo que pasaba
delante de mis ojos.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Es
algo común a mucha gente y sobre manera a las que tenemos este noble
oficio de escribir. Nacemos con un libro en las manos, tan pegado que
no concebimos la vida sin lectura. </span></span>
</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Recuerdo
claramente como me sumergía en los cuentos, revistas de cotilleo
(que tenía una tía siempre a mano) para reinventarme la vida y
soñar con las damiselas de los cuentos llenas de princesitas amadas
por príncipes versallescos y caballerosos, así como las luces de
las actrices y aristócratas de la época. </span></span>
</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Soy
hija única y solitaria ocupante de una casa grande con unos padres
muy ocupados, por tanto el tiempo se me estiraba hasta hacerse
interminable como son los tiempos infantiles ¡quién pudiera tener
esa sensación de parada temporal ahora! Cuando no tenía nada que
leer me contaba a mi misma historias que casi siempre versaban con un
futuro personal glorioso. Protagonista de historias emocionantes, de
romances delicuescentes y románticos que me protegían de la soledad
y también del desamparo que se da cuando vives casi sola en una casa
grande y aislada. </span></span>
</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">En
mi infancia no hubo rayuela, ni bicicleta, ni patines. No por
tacañería paterna sino por falta de interés por mi parte. No
tendría más de once años cuando compré mi primera colecciona de
libros. Eran de lomo negro, lustroso con letras doradas -aun los
conservo con veneración- que pagué religiosamente con mi paga
semanal. Novelas clásicas francesas<b>.
Balzac, Zola, Flaubert, Sthandal, Guy de Maupasant..</b>.
Lo juro. No es alardeo, porque como bien dicen mis chicos, debía ser
una <i>friky</i>
total. De esos vientos las sucesivas tempestades…que no todo fue
literatura en mi juventud, ¡voto a Bríos!</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Luego
llegó el internado con su gran biblioteca. Como era chica formalita
y buena estudiante (como dije, <i>friky
</i>al cuadrado) me
dejaban los sábados por la tarde entrar en la biblioteca principal
del colegio. Había un sofá de cuero, orejero y mullido en el que me
sumergía, dejando que el rayo tímido de sol vespertino acariciara
mi cabeza con <b>Stevenson,
Louise May Alcott, Dickens, Verne</b>
y tantos más que devoraba como hambrienta en esa isla desierta del
recinto sagrado que las dulces monjitas me dejaban disfrutar.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Esas
tardes eran un regocijo de gozo tan intenso que pasaba la semana
esperando el sábado dichoso donde vivir todas las historia que
anhelaba vivir.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Quizá
fue entonces que se me retorció la mente hasta hacerse
imprescindible llenar mi vida de libros. No sé vivir sin leer, no se
vivir sin imaginar historias, sin contarme los cuentos de la vida o
de mis ansias vitales. Lo de escribir vino rodado, porque una escribe
porque ama leer. Y escribe porque no sabe qué hacer con la
imaginación que de otra forma la devoraría con afán destructivo.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Pero
no sé cómo aprendí ni quién me enseñó. Y mira que me gustaría
poder rememorar la magia de juntar letras hasta formar palabras con
sentido que debieron herirme para siempre convirtiéndome en una
adicta a la lectura. Y adicta a la escritura. Para bien o para mal,
soy porque leo. Soy lo que escribo. Y soy porque escribo y leo.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><b>María
Toca Cañedo©</b></span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Coordinadora
de <span style="color: blue;"><u><a href="http://www.lapajareramagazine.com/">http://www.lapajareramagazine.com</a></u></span>
</span></span>
</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Escritora.</span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div><p style="line-height: 200%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"></span><br /><span style="font-family: inherit;"></span><span style="font-family: inherit;">
</span></span><br />
</p>
<p><style type="text/css">
p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 115%; text-align: left; orphans: 2; widows: 2 }
a:link { color: #0000ff }</style></p>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-67163528420966502992020-03-30T18:26:00.000+02:002020-04-01T12:45:56.313+02:00Mayti Zea Escudero<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-93cb32f4-7fff-6db6-dc29-df175d92680e" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "trebuchet ms"; font-size: 12pt; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr align="left"><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnSwlOkkrmdXmWMmQZ8y5QZGbGgS1LJszo9CDotU3HyoCOaTvniVt3NSV1dIZHEiAMTcmRbgpv5iBOl2zorexEsvPlUu0HTZ5gHEnMSkR0jZrkh6HRvllVqK_Oe5s0m8FCVZrNkOQtOoBB/s1600/mayti_chari_2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1542" data-original-width="1317" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnSwlOkkrmdXmWMmQZ8y5QZGbGgS1LJszo9CDotU3HyoCOaTvniVt3NSV1dIZHEiAMTcmRbgpv5iBOl2zorexEsvPlUu0HTZ5gHEnMSkR0jZrkh6HRvllVqK_Oe5s0m8FCVZrNkOQtOoBB/s320/mayti_chari_2.jpg" width="273" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Con mi hermana en la época en la que aprendí a leer.</td></tr>
</tbody></table>
</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">A mi madre, quien al contarme tantas veces cómo había aprendido a leer me permitió conservar en la memoria las sensaciones y emociones de aquellos momentos.</span></span></i>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> —Chari, la niña ya sabe leer.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> —Eso es imposible: es muy pequeña. Aún no ha cumplido los cuatro años.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> —Voy a la clase por la cartilla y te lo demuestro.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Todos los jueves por la tarde, mi madre organizaba una merienda para las maestras de Parvulitos, Preparatoria e Ingreso. Tenían libre esa tarde porque los alumnos recibían educación religiosa. Y es que nosotros (mi padre, mi madre, mi hermana y yo) vivíamos en el ala sur del tercer piso del colegio ya que mi padre era el director.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">El colegio San José y San Estanislao, coloquialmente conocido como “el colegio de la Pescadería” porque estaba frente al muelle, era un centro seglar pero bajo la dirección espiritual de los padres jesuitas y exclusivamente para alumnos varones.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">El aula de Parvulitos (si no recuerdo mal eran alumnos de 5 y 6 años) estaba muy cerca de nuestra vivienda. Al principio era mi madre la que me llevaba allí porque en casa me aburría; pero pronto aprendí a cruzar una especie de recibidor decorado con unos muebles tipo castellano de patas torneadas y asientos de cuerda que me encantaban, subir dos peldaños, atravesar la clase hasta el fondo y colocarme junto a la señorita Carmen. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">La señorita Carmen era una persona especial. Había sido monja, pero se tuvo que salir para cuidar de una hermana delicada de salud. Era dulce, cariñosa y ¡olía tan bien! El tipo de maestra que deja huella y difícilmente se olvida. A veces me daba algún papel para que dibujara, pero la mayoría de las veces me dedicaba a observar y escuchar mientras iba dando de leer alumno por alumno. Así fue como aprendí a leer. De una manera totalmente natural y espontánea. Sin ningún tipo de imposición ni obligación.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Cuando la señorita Carmen volvió con la cartilla, me puso a leer, e iba saltando de página mientras yo recitaba de corrido. Según mi madre aquello fue todo un acontecimiento y yo estaba deseando que llegara mi padre para poder demostrárselo. Como premio, mis padres me obsequiaron con una bolsita de monedas de chocolate: todo un regalazo por aquel entonces.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">De aquella época, pero ya un pelín mayor, cinco o seis años, guardo el recuerdo más emocionante de mi vida relacionado con el aprendizaje lector, concretamente con la comprensión lectora. Fue cuando entendí un pequeño texto que había en la contraportada de una cartilla. La historia de una niña que, asomada al balcón, observa la llegada de las golondrinas como preámbulo de la primavera. Desde entonces he tenido una especial predilección por estas aves. Daría mi reino por poder saber qué cartilla era exactamente; posiblemente alguna de las cartillas Álvarez, pero por mucho que lo he intentado no he podido averiguarlo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Mis primeras lecturas fueron los cuentos troquelados. Me gustaban especialmente los que llevaban un pequeño juguete relacionado con el personaje o la historia: “<i>La ratita presumida</i>” traía una escoba; “<i>El sastrecillo valiente</i>”, unas tijeras de plástico; “<i>El gatito Mix</i>”, un cascabel, <i>“El doctor Hazo</i>” con su fonendo… A principio de los sesenta, juntaba las estampas y los cuentos troquelados de Ferrándiz, mi ilustrador favorito durante mucho tiempo, hasta que a cierta edad ya me pareció de un cursi redomado.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Hasta los 9 años estuve escolarizada en el “colegio de mi padre”, una única chica en clases de chicos durante muchos cursos. Un poco antes de cumplir los 10 entré en Ingreso en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús, solo de niñas y perteneciente a la orden de las Carmelitas. Allí estuve hasta terminar el bachiller superior. Me gustaban los libros; sin embargo, tengo muy poca memoria respecto a lo que leía durante todos esos años. Tal vez porque dedicaba más tiempo a jugar o a hacer la cantidad inmensa de deberes que me mandaban y que tanto aborrecía. Solo recuerdo que me encantaban las lecturas de la Historia Sagrada de las Enciclopedias Álvarez, los chistes, anécdotas, citas y otros escritos breves de la pequeña revista de Selecciones Reader’s Digest que llegaba a mi casa puntualmente, algún libro de Enyd Blyton y, por supuesto, ¡tebeos!</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">A partir de 4.º de bachiller comenzó mi entusiasmo lector: leía todo lo que caía en mis manos. De los libros “obligatorios” (ya en bachiller superior) me impresionó <i>Pepita Jiménez</i> de Juan Varela. Aquella historia de amor que parecía imposible entre un seminarista y Pepita, que encima se iba a casar con el padre de este, me resultó tremendamente sugerente y moderna para la época. Y ¡además con un final de cuento de hadas! A través de las compañeras descubrí a Martín Vigil. Del novelista jesuita leí <i>Un sexo llamado débil</i> y <i>La edad prohibida</i>. Para nosotras, adolescentes en la época franquista, este escritor, con una narrativa moderna y comprometida para la época aunque teñida de sentimientos religiosos, supuso todo un descubrimiento.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Luego llegaron muchos más libros a través del Círculo de Lectores (mi padre se hizo socio pero me dejaba a mí elegir los títulos), de intercambios con los amigos, préstamos de las bibliotecas; libros comprados, recibidos como regalos… Hasta hoy.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Como gran apasionada de la lectura y consciente de los muchos beneficios que esta nos aporta (no voy a enumerarlos aquí porque daría para otra entrada al blog), durante mi vida profesional no solo intenté hacer de mis alumnos lectores eficaces con la fluidez adecuada y una buena comprensión; sino que desarrollé estrategias para el tipo de lectura que se realiza con el propósito de estudiar y</span><a href="http://conceptodefinicion.de/aprender/" style="text-decoration: none;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"> </span></a><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">aprender. Y también para esa otra que no requiere calificación ni está supeditada al servicio utilitario de la enseñanza y cuyo objetivo es que los niños descubran el libro.</span></span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Educamos a nuestros niños para prepararlos para la vida y la lectura es un pilar fundamental, pues, como muy bien dice Ángel Gabilondo, “el acto de leer forma parte del acto de vivir” o una de las mejores formas de estar vivos.</span></span><br />
<br />
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Mayti Zea</span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Maestra jubilada.</span></span><br />
<br /></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-18163488175399046922019-07-04T23:29:00.000+02:002020-03-30T17:52:48.376+02:00Patricia Frattini<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvEyNdddJufNrfq_jS3Xl83OTZQbuCrTIQIP4B23bOjvtqea-XcPGy1jpUQMbphuFiHxbqi6K87knFqDA3f3vdQ91GlRMs_VawM9KJR_SYTD1dMwVqIJUL21JPMAW8EF_-T5Y9D7DGQJQK/s1600/IMG_20190704_191104_029.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="632" data-original-width="392" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvEyNdddJufNrfq_jS3Xl83OTZQbuCrTIQIP4B23bOjvtqea-XcPGy1jpUQMbphuFiHxbqi6K87knFqDA3f3vdQ91GlRMs_VawM9KJR_SYTD1dMwVqIJUL21JPMAW8EF_-T5Y9D7DGQJQK/s320/IMG_20190704_191104_029.jpg" width="198" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Aprendí a leer o eso creo en inglés. Esto sucedió en Lima, en un colegio americano, donde estaba viviendo con mis padres y hermanos. Ya sabéis, empecé con las vocales como en todas partes y luego el alfabeto, “ei, bi, ci, di...”. Poco tiempo después con la ayuda de mi madre, a ratos libres fuera del horario del colegio, aprendí a leer español bien o digamos que medio bien. La caligrafía era un tema más arduo pues escribía todas las letras en mayúsculas, después conseguí escribir en cursiva según se exigía en las normas colegiales en España; pero ya mucho después y hasta el presente lo sigo haciendo como al principio, es decir, sigo escribiendo todo en mayúsculas aunque ligadas simulando que es una escritura cursiva, todo un paripé. </span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Me encanta todo lo que no sé, todo lo que me cuesta y lo que creo que nunca sabré. De todo eso, de ese esfuerzo con el lío de idiomas, creo que salió este amor inmenso que tengo por las letras, por las lenguas y cómo no por la literatura; de la admiración que tengo a todos los que escriben, los que vivan o no de ello.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Tuve la suerte de estar mucho tiempo en mi primera infancia en casa de mi abuelo en Buenos-Aires en la que había una biblioteca en el primer piso, con muchos muchos libros. Posteriormente sus hijas (mi madre y mi tía) siguiendo ese “delirio de amor” familiar por la lectura, estuvieron muy pendientes de mis lecturas. Les doy las gracias a ambas por haberme inculcado ese amor (selectivo, ¡eh! muy selectivo, puñeteramente selectivo) por los libros. Ellas me iniciaron en ese difícil arte de elegir, de escoger lo que sabían me iba a gustar, lo que merecía la pena para no perder el tiempo con libros que a la larga iba a abandonar (yo nunca he abandonado ninguno) o no me iban a gustar. la clave está en seleccionar esos libros que como decía Borges provocan “el placer de releer”; frase que siempre hemos llevado a gala. Gracias a él por recomendarnos volver a leer lo que tanto nos gustó, gracias por siempre a nuestro genial escritor y compatriota.</span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Me acuerdo que ellas, las dos vigilantes de mis lecturas, me preguntaban insistentemente los fines de semana a la hora del café ( esa hora prácticamente se convertía en un club improvisado de lectura ) y yo, a mis once años, escuchándolas casi siempre callada y concentrada (estas sesiones me procuraron tener un rico vocabulario). Así que me veía interrogada sin remedio.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">―¿Ya lo has terminado?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> ―¿Qué te ha parecido? </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">―¿Has empezado ya el de Puck?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> ―Verás lo que te va gustar Kipling o Tagore o Dickens…o el que fuese.</span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Ellas siempre extendían sus conocimientos hasta el infinito ―el mío, mi infinito― con aquellas memorias prodigiosas... se acordaban de películas con los nombres de los directores, actores y actrices con pelos y señales; se sabían muchas letras de canciones, ―en inglés, of course― se retaban mutuamente... O cuando empezaban a leer algo que yo no conocía ni por asomo; como cuando les dio por leer literatura oriental o temas relacionados con la literatura y cultura asiática como Yukio Mishima. Posteriormente ya conocí a Kawabata y creo que fue cuando ganó el premio Nobel cuando entraron en tropel en mi vida, ―bueno, en mi casa y en ese club improvisado de lectura―, aunque yo no los leía pues era muy pequeña. Menos mal. Posteriormente, y ya de mayor, sí que he leído muchos libros de estos autores.</span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Con ellas era una presión la que tenía con la lectura. Leía libros a veces por no escucharlas. Gracias, muchas gracias por tanto. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Después, poco a poco fuimos progresando y yo opinando sobre mis lecturas. Me adentré a la gran literatura en general y años después a la española ―de posguerra en particular― y que ha sido una literatura, sobre todo la femenina de la Generación del 50, que adoro. Esa Barcelona del racionamiento, gris; esas ciudades españolas con unas historias maravillosamente contadas y descritas desde el movimiento del tremendismo español con “La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela como principal ejemplo, novela que me entusiasmó. Fue este libro con el que se inició el movimiento de tremendas historias realistas, también como el libro “Nada” de Carmen Laforet.</span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Me gustan mucho también las escritoras Carmen Martín Gaite con su libro “Retahílas”, Ana María Matute y “Los Abel”, Mercedes Salisachs con “La gangrena”, Rosa Chacel, Josefina Aldecoa… Bueno y así poco a poco fuimos llegando a la literatura universal, los grandes libros, las grandes obras, los libros “gordos”, los tochos, los rusos, (era todo un sinónimo); luego, la literatura americana clásica del Siglo XX, Faulkner, Salinger, Steinbeck, Capote, Harper Lee, Hemingway... y nunca nada del irlandés, Joyce. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Progresando poco a poco con más años y madurez, no muchos más años de los once, cuando empecé a leer libros de “verdad”. El primero que me regalaron “las vigilantes de mis lecturas” fue “Historias de Puck” de Rudyard Kipling, con algo más de cuatrocientas páginas, y que sigo conservando desde entonces. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Después me fueron introduciendo en la magia de nuestra literatura, la propia, que ante mi curiosidad decían que era pronto para empezar con la hispanoamericana cuando yo quería hacerlo con dieciséis años más o menos. Y en su momento, por fin me encontré con los maravillosos Adolfo Bioy Casares y su inseparable amigo Borges; Vargas Llosa (“Los cachorros”, fue el primer libro que leí de él y poco conocido, un libro pequeño con pocas páginas, casi un libro de bolsillo); Silvina Bullrich o aquellas “Boquitas pintadas” de Manuel Puig; Gabriel García Márquez y su magia total con aquel laberinto de nombres y parentescos en “Cien años de Soledad” o esa “Rayuela” del afrancesado y querido Julio Cortázar. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Últimamente me ha dado por leer solo en italiano para conocer su mejor literatura sin traducir. En Madrid hay una pequeña librería detrás del Liceo Italiano que es para mí visita obligada, allí se encuentra lo último publicado por las grandes editoras italianas como la Feltrinelli o la Einaudi. He descubierto en estos años a unas maravillosas escritoras como a Natalia Ginzburg, Simonetta Agnello Horby, con la primera novela que leí de ella, “La mennulara” (no sé si tiene traducción en español, en italiano significa “la recolectora de almendras”); y casi toda la obra del escritor Andrea Camilleri; la poesía de Alda Merini, esta poetisa con una historia personalmuy dura, ya que pasó en un manicomio veinte años de su vida; los cuentos cortos de Dino Buzzati, ―que me lo he llevado en muchos viajes largos― me gusta mucho también Baricco o el clásico contemporáneo, Alberto Moravia y su mujer, Elsa Morante con su “Isla de Arturo”, Leonardo Sciascia y tantos y tantos grandes escritores más. Un placer. </span></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Nosotras tres siempre hemos pensado que cuando no estemos ya aquí, se seguirán escribiendo maravillosos libros que nunca conoceremos... una locura, vamos, una locura absoluta. Este era un tema recurrente que salía de tiempo en tiempo, sobre todo cuando terminaban alguna obra de arte (según ellas) y decían muy convencidas:</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> ―¡Qué suerte hemos tenido de poder leerlo! </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Pues bien, teniendo un blog de cocina y estando bastante al día de las opciones disponibles, no tengo libro digital, ya que sigue siendo para mí un placer tener un libro entre las manos, tocarlo y sobre todo, olerlo, ¿por qué será? Siempre siempre los huelo como si fuese un ritual, ¿algo innato? Seguramente es algo que habré visto hacer mil veces a esas dos locas por los libros. Quizá.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Patricia Frattini</span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Diseñadora gráfica y bloguera.</span></span><br />
<br />
<br />Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-86822692296378336412019-02-27T17:59:00.000+01:002019-02-28T13:57:18.951+01:00Carlos de Miguel Aguado<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTa2AT79lyCjUaz5pfzQTDl9cLIM_FIZ1n38eMx_dDDqgumXc-arAbzgWOmQwPZ37HoLjbq1QKrOAzWGN25-IHLLk8u8AZNYAWQWATVzRrGE9k_2mEwc4fmnIUSuJhL90QkxtbaFnMwlVI/s1600/CarlosdeMiguel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1293" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTa2AT79lyCjUaz5pfzQTDl9cLIM_FIZ1n38eMx_dDDqgumXc-arAbzgWOmQwPZ37HoLjbq1QKrOAzWGN25-IHLLk8u8AZNYAWQWATVzRrGE9k_2mEwc4fmnIUSuJhL90QkxtbaFnMwlVI/s320/CarlosdeMiguel.jpg" width="257" /></a></div>
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">A
ver, como explicaros que yo estoy <i>aquí</i> de rebote. Y cuando digo
<i>aquí</i>, es un <i>aquí
</i>con diferentes matices. <i>Aquí </i>escribiendo en este instante, <i>aquí
</i>apareciendo
en este blog y<i>
aquí</i>,
en este mundillo literario. Pues eso, de rebote. Rebote no en el
sentido de que esté de casualidad. Son cosas muy distintas. Si es
necesario, lo aclaro. La casualidad es algo que te encuentras sin
pretenderlo, una coincidencia fortuita o un parecido razonable. Y no
es eso, para nada. Yo estoy de rebote porque reboto, porque soy como
una pelota. Y las pelotas rebotan. Así de sencillo.</span></span></div>
<br />
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">A
mí me gustaba pintar, escuchar a los Eagles y jugar al fútbol. A
partes iguales. Lo de leer, como que no. No recuerdo la edad a la que
aprendí a leer porque aún no he aprendido. Pero sí recuerdo que me
temblaba la voz cuando leíamos en alto en clase y que me trababa
cada dos por tres. Tenía miedo a equivocarme y me equivocaba
constantemente. Y lo de escribir, como que tampoco. La dislexia y yo,
también mantuvimos un cálido romance. La cosa mala es que, entre lo
uno, lo otro y lo de más allá, algunas piezas no terminaban de
encajar en mi cabeza. </span></span></div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Los
primeros libros que recuerdo nos hicieron leer en el colegio fueron:
<i>El
Lazarillo de Tormes</i>
y <i>Fuente
Ovejuna</i>.
Logré desarrollar una mirada desafiante frente a la lectura. Más
tarde llegaron <i>La
Regenta, Fortunata y Jacinta </i>y
<i>El
Quijote</i>.
El divorcio era total. Mientras tanto seguía pintando, ahora ya
escuchaba algo de jazz, y mucho fútbol. Esos eran mis auténticos
amigos.</span></span>
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Pero
en el invierno de 1993, mi madrina me regaló un enemigo por mí
cumpleaños. Yo tenía catorce años ya. Se llamaba <i>El
guardián entre el centeno</i>.
Un magnífico nombre para mi némesis. Y lo peor es que yo sabía que
mi madrina me quería mucho. Cogí ese libro con sólo dos dedos de
cada mano. Ya había oído hablar de las famosas enfermedades
venéreas. Vete tú a saber si… En fin, lo abrí y leí la
dedicatoria: </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
</div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">"</span></span><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Bueno
Carlos, no sé si eres aficionado a la lectura, aunque estoy segura
de que, si no es así, algún día lo serás (espero…). De todas
formas, te regalo este libro ahora; es un libro que hay que leerlo
casi obligatoriamente, por lo menos antes de los 18 o 20 años, así
que tienes tiempo, ¿no? Para mí fue muy especial. Ya me contarás.
Feliz cumpleaños. Pat-1993”</span></span></i></div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Según
lo leía, iba contestándome a mí mismo. ¿Aficionado a la lectura?
Más bien, no ¿Algún día lo seré? Déjame que piense… ¿Leer
obligatoriamente? He oído esa frase antes. ¿Tiempo, yo? Mucho, sí,
pero no para esto.</span></span>
</div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">La
cuestión es que, ya os he contado, que soy una pelota y que vivo de
un charco a otro brincando. Así que agarré ese librito y salté
sobre él. Y cuál fue mi sorpresa cuando, poco después, lo cerré y
me había cautivado. Me metí en el mundo de ese muchacho y me
encontré muy a gusto a su lado.</span></span></div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.25cm;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Guardé
esa mirada desafiante en un armario y la reemplacé por otra,
digamos, cautelosa. En absoluto había amor, pero había sospechas.
El tiempo pasó y las fricciones continuaron hasta que fui consciente
de que mientras leía, podía, además, perder el tiempo aprendiendo.
Para mí, un verdadero descubrimiento. Así que comencé a saltar de
nuevo, de la física a la etología, de la antropología a la
psiquiatría, de la cosmología a la ciencia-ficción. Salpicándolo
todo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> </span></span>
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Y
así, seguí rebotando durante largos años hasta que decidí, ya ves
tú, que yo también escribiría. Así que, aquí estoy, hundido en
un charco que más bien parece un océano del que no puedo salir y me
llega el agua hasta el cuello.</span></span><br />
<br />
<br /></div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Carlos de Miguel Aguado</span></span></div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-96f0ed3d-7fff-52dc-d217-dd120571a1f5" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Astrofísico frustrado.<br /> Hago casas, cuadros y libros.</span></span><br />
<br />
<br />
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"> </span></span>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; }</style></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-18434392042793090522018-11-23T19:26:00.001+01:002018-11-23T19:26:34.830+01:00Elena Casero Viana<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-d25ab026-7fff-d734-7eda-a28926a9a3bb" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "calibri"; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
</div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-d25ab026-7fff-d734-7eda-a28926a9a3bb" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe1Rua5rVeVOVkQVyd9tXiXWV1TOpGwz7E5Mw3gQayqDtx6TYn5OiQe6-yfBQwguGAfEiN-XlK2_rJNH3SYSqAmgtudM5GET02THGg00KQVShsY70SgATmUjEs8TsjoRL3ghsx1GoYlaEt/s1600/elenacasero.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="481" data-original-width="726" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe1Rua5rVeVOVkQVyd9tXiXWV1TOpGwz7E5Mw3gQayqDtx6TYn5OiQe6-yfBQwguGAfEiN-XlK2_rJNH3SYSqAmgtudM5GET02THGg00KQVShsY70SgATmUjEs8TsjoRL3ghsx1GoYlaEt/s400/elenacasero.jpeg" width="400" /></a></div>
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando la memoria no alcanza hasta la infancia, hasta esos años que vamos recuperando con el paso del tiempo, no tengo más remedio que recurrir a los recuerdos de mi hermana, que es como una hemeroteca andante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me cuentan que aprendí a leer a los tres años. En mi época, los años cincuenta, el colegio de parvulitos creo que comenzaba a los cuatro años y no era obligatorio. Como la mayoría de las madres no trabajaban fuera de casa, ellas te educaban, te criaban, te mimaban. Entre mi madre y mi hermana me enseñaron a leer en una casa que era, entonces, un caos controlado. Bajo el mismo techo vivíamos mis padres, mis hermanos y yo, mis abuelos y mi tía. Mi casa era refugio y hogar para los familiares que acudían desde el pueblo al médico, a hacer gestiones administrativas o simplemente de visita.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi hermana con paciencia y mi madre con su sabiduría construyeron mi mundo de palabras y de música. Mi madre me cantaba canciones antes de dormir y me contaba algún cuento. Yo era niña de poco hablar, tímida, introvertida que pasaba más tiempo observando que hablando.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las lecturas comenzaron pronto. Descubrí en casa, en alguna estantería, los libros de mi hermana, trece años mayor que yo. Llegué a pensar que comía libros, de tanto verlos entre sus manos. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Los cuentos clásicos de Perrault, Andersen, los hermanos Grimm llenaron de imágenes y felicidad mis momentos de asueto. Los tebeos que leía mi hermana otros tantos años más. Nunca podré olvidar sus carcajadas leyendo a Rompetechos o El Quijote, aunque parezca una contradicción. Mi padre leía novelas de Zane Grey, de Marcial Lafuente Estefanía, que yo también leía de vez en cuando. Después llegaron los libros de Enid Blyton, o Richmal Crompton que todavía conservo. Siguieron los de aventuras, las historias de Julio Verne, la Isla del Tesoro, Moby Dick, aunque a mí lo que me gustaba era leer las novelas de mayores. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En el año mil novecientos sesenta y cinco me compré mi primer libro: Platero y yo en una preciosa encuadernación de tapas blancas. Entretanto, yo le cogía prestados algunos libros a mi hermana, libros que ella consideraba que no debía leer porque no eran apropiados para mi edad. Los guardaba debajo de mi ropa y me escondía en el baño para leer hasta que me descubría mi madre. O debajo de las sábanas con una linterna de mi padre para seguir leyendo por las noches. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Jamás de dejado de leer. Creo que si eso sucediera sería un desastre. Leer me proporciona tanta felicidad como escuchar música, o interpretarla. Leer es soñar, vivir en otros sitios, dentro de otras personas, en otras épocas. No sé entrar en una librería y salir sin un libro en la mano. Comprar uno me proporciona un entrañable bienestar. </div>
<br />
<br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Elena Casero Viana.</span></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Escritora.</span></span></span><br />
<br />Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-63991772713059331392018-08-14T18:45:00.002+02:002018-11-23T19:14:49.303+01:00Reyes García Doncel<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQqUaq_i2w6CV-7-KT28CUyaV7e7QyhaFHXlsmIsK-hoM-WId8T9CLXFOh7vQNFjsQYFVi2QRCSloaBApz_vHD8yw8goYt2tD2lYD_zmNP5OGRn9zq5lOLMgdFGHW4FRfJjOYG4I240Agv/s1600/reyesgarc%25C3%25ADadoncelsepia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="338" data-original-width="444" height="303" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQqUaq_i2w6CV-7-KT28CUyaV7e7QyhaFHXlsmIsK-hoM-WId8T9CLXFOh7vQNFjsQYFVi2QRCSloaBApz_vHD8yw8goYt2tD2lYD_zmNP5OGRn9zq5lOLMgdFGHW4FRfJjOYG4I240Agv/s400/reyesgarc%25C3%25ADadoncelsepia.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Mi padre era de la vieja escuela —ideas que algunos reivindican ahora como modernas—, y opinaba que cuanto más tardaran los niños en ir al colegio, mejor pues lo que debían hacer era jugar, que ya tendrían tiempo de obligaciones. Así que yo no conocí ninguno de los niveles educativos anteriores al obligatorio y, no sin cierta envidia, veía como las otras niñas asistían al colegio con sus babis en las categorías de párvulos pequeños, párvulos medianos y párvulos mayores que así era como en esos años —muy largo me fiáis la fecha—se le llamaba al preescolar.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Por lo tanto mi infancia transcurrió entre palomas, palmeras y estatuas de señores importantes en el parque; dunas, conchas, olas y pinos en la playa; cocina, telas y máquina de coser de mi abuela en mi casa. Aprendí pronto a rastrear las lagartijas en la arena; a descubrir madrigueras de conejos —cuando todavía había conejos en el matorral del bosque—; a asistir a las estaciones en los árboles; y a hilvanar con hilo doble y aguja gorda los retales que caían alrededor de la máquina de coser. Pero lo que mi padre pretendía se cumplió solo en parte, porque siendo la más pequeña de la familia, era una candidata perfecta para que mis hermanos jugaran al colegio, cuando volvían del suyo, y en un cuaderno con rayas azules me enseñaron las letras, las sílabas, a leer algunas palabras sencillas, y por supuesto los números. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Con este escaso bagaje académico, y una absoluta falta de saber comportarme en clase — tengo en mi retina la imagen de aquella primera seño chillándome porque no me sentaba nunca en mi sitio—, entré en primero. Las notas entonces eran mensuales, y el primer mes solo me calificaron dos materias: Lengua con un 2 y Matemáticas con 1. En el resto aparecían en blanco, por lo visto no tenían suficientes datos, o yo estaba todavía demasiado salvaje para encuadrarme en los casilleros. Esas dos notas destacaban aún más por lo solitarias, mientras yo miraba con envidia el boletín completo de mis compañeras.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero esta situación cambió rápidamente: las letras se agruparon en palabras y éstas en frases con significado. El segundo mes mis notas ya fueron completas, y desde entonces el mundo de los tebeos primero, y el de los cuentos después, se abrió ante mí. Todos los domingos después de misa mi madre me compraba un ejemplar de una colección de tebeos —que ahora no recuerdo el nombre— donde las niñas tenían ojos grandes, abundante pelo largo, se vestían de hadas o princesas, incluso lo eran, en un mundo rosado y luminoso. Sí, absolutamente sexista. Muy incorrecto. Imagino que algo de eso se me habrá quedado en el subconsciente y por eso me gusta dormitar con las imágenes de películas románticas alemanas de fondo… Después pasé a los cuentos étnicos, de los que recuerdo especialmente los rusos por lo exótico de los paisajes y las vestimentas; tras ellos vinieron los de autor: Andersen, Perrault, Grimm… que mis familiares me regalaban en cada festividad escogidos del folleto del Círculo de Lectores; más tarde, me devoré todos los Julio Verne —recuerdo especialmente “Viaje al centro de la Tierra”, que he utilizado incluso en mis clases del instituto para explicar Geología—; y los del gamberrísimo Guillermo Brown, siempre presente en la biblioteca de mis hermanos. Ya entonces la lectura conseguía absorberme tanto que leía hasta la madrugada, con la consabida riña de mi madre desde su habitación para que apagara la luz, y empezaba mis primeros pasos como escritora con cuentos de sirenas, que vivían en islas escondidas, que tenían un castillo mágico, al que llegaba en su nave un apuesto marinero.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Metidos ya en la pre adolescencia, mi mundo literario lo ocupó hegemónicamente Enid Blyton en su vertiente más dinámica con las aventuras y misterios de Los Cinco y el Club de los Siete Secretos, y en la faceta de intimidad femenina con la vida de las colegialas en Torres de Malory. Cumplieron su función durante unos años, pero pronto fueron sustituidos por Pearl S Buck, Mika Waltari y Agatha Christie; y en cuanto empecé a platearme ¿qué hago yo aquí?, ¿por qué todos tenemos que seguir las mismas órdenes? y demás preguntas intrínsecas a la adolescencia, por autores de carácter más filosófico como Herman Hesse —“Sidharta” y “El lobo estepario” fueron mis libros de cabecera durante un tiempo—, y otros que pretendían serlo: “La muerte está en el camino”, “Cierto olor a podrido” del cura vasco Martín Vigil, o el “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach. La poesía de Rabindranath Tagore, García Lorca, Miguel Hernández y Pablo Neruda ocuparon por derecho propio mis estanterías y mis pensamientos durante aquellos años. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Desde mi juventud he leído casi todo lo que caía en mis manos —en una época mucha literatura femenina, en otra sudamericana—, y ahora también escribo intentando imitar, lo mejor que puedo, a mis ídolos, porque una es el resultado de las personas que ha conocido, las ciudades que ha visitado, y también los libros que ha leído.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Los libros me enseñan, me acompañan, me consuelan, me emocionan. Si por una situación extraña tuviera que elegir entre no poder escribir o no poder leer, escogería con mucho dolor lo primero. Los libros fueron, son y seguirán siendo, compañeros imprescindibles en este viaje que se llama vivir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Reyes García Doncel </div>
<div style="text-align: justify;">
Profesora y escritora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-41257176601277848232018-05-02T10:54:00.001+02:002018-05-02T11:07:18.010+02:00Maite Nuñez<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEge-HJwUUoBBCgQiwxJ_FKzOIjHZn8eDZS8O1Vb6Fu1lZlqti5DnozawEJdIbiovG6A3myDOikouKEWC2N56o0KBtmNC9Z_jkp2e0RrDR73B-WiyUiFX1E6d1Py8wsYpexQ2xuQiw9hQWap/s1600/maitenu%25C3%25B1ezsepia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="624" data-original-width="624" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEge-HJwUUoBBCgQiwxJ_FKzOIjHZn8eDZS8O1Vb6Fu1lZlqti5DnozawEJdIbiovG6A3myDOikouKEWC2N56o0KBtmNC9Z_jkp2e0RrDR73B-WiyUiFX1E6d1Py8wsYpexQ2xuQiw9hQWap/s320/maitenu%25C3%25B1ezsepia.jpg" width="280" /></a></div>
<br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Mi
sustancia es la lectura. Los libros han sido y son tan importantes en
mi vida que he llegado a pensar que nací ya sabiendo leer. Esto,
obviamente, no es así, de manera que sitúo mi aprendizaje de la
lectura a eso de los tres años, en casa, antes de ir a la escuela.
En el colegio, mi primera profesora de parvulitos, a mis cuatro años,
fue la señorita March, una anciana (o al menos yo la veía así) que
se quedaba dormida en mitad de la clase, así que no sé cuánto en
ese aprendizaje le debo a ella.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">La
infancia representa ese territorio sagrado que es inicio de todas las
cosas. Es también un territorio de formación, pero con sentido en
sí mismo (no únicamente de transición hacia la edad adulta). La
infancia también es esa etapa de la vida en la que se crece más, a
pasos agigantados. Y en ese crecimiento tiene un papel fundamental la
lectura. Yo no puedo pensar en mi niñez sin libros. Una es producto,
entre otras cosas, de sus lecturas. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Si
una cosa caracteriza la niñez es la curiosidad y no se me ocurre
ninguna manera mejor de saciar la curiosidad que la lectura. Yo era
una niña enormemente curiosa, en el mejor de los sentidos de la
palabra. Los
primeros libros de los que guardo recuerdo fueron algunos cuentos
clásicos (recuerdo haber tenido una edición fantástica de El
castillo de irás y no volverás, así como de otros cuentos, que
ignoro donde fueron a parar, desgraciadamente). Mi
enorme suerte fue que hubiera libros en casa. No tengo gran
conciencia de cómo se formó nuestra pequeña pero estupenda
biblioteca, nutrida con clásicos rusos, franceses, españoles,
anglosajones. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Sí
recuerdo, en cambio, que mi padre me compraba libros de Enid Blyton,
que triunfaba en aquellos primeros años setenta (entre mis seis y
mis diez años, diría). Curiosamente, no eran los libros de Los
cinco -los más famosos de la autora- sino de otra serie, la
protagonizada por Los siete secretos (otro hervidero de misterios y
pasteles de jengibre). En todo caso, se trataba de libros
“apropiados” para mi edad que sin duda fueron el caldo de cultivo
para que con diez años escribiera los primeros capítulos de lo que
tenía que haber sido una novela titulada “Chin y Chon y el
misterio del niño desaparecido”. Creo que nunca la acabé.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Muy
pronto (digamos, entre los diez y los doce), sin embargo, ese
universo de niños jugando a ser detectives se me quedó corto y
empecé a explorar de manera casi clandestina todos aquellos libros
que desde las estanterías de casa me susurraban “léeme”. Creo
que lo hacía sin mucho criterio, casi siguiendo más el orden de
colocación de los volúmenes que otra cosa, en mi ansia por leer,
que era mi ansia por saber. Libros de aventuras como los de Julio
Verne, Viaje al centro de la tierra y otros clásicos del autor
francés, pero sobre todo tuvieron gran importancia en mi formación
lectora Dos años de vacaciones y Miguel Strogoff. También otros
clásicos como Historia de dos ciudades y Oliver Twist, de Dickens o
El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, por decir algún título.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Así
que fui correo del zar en Siberia, náufrago en una isla del
Pacífico, viví “el mejor de los tiempos, el peor de los tiempos,
la edad de la sabiduría, y también de la locura”, fui huérfana
en Londres y estuve encarcelada en el castillo de If. Aprovechaba los
mediodías, después de comer, para ponerme en esas pieles. Llegaba
al colegio con el tiempo justo.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Mi
padre me había advertido de que algunos libros de los que teníamos
no eran adecuados para mi edad (aquellos diez o doce, tal vez hasta
los catorce, cuando mi padre murió y dejaron de entrar libros en
casa), y eso bastó para que, como en un acto delictivo, leyera el
Decamerón y Las mil y una noches y un volumen
muy grueso de novelas picarescas (La vida del Buscón, el Guzmán de
Alfarache y varias más).</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><a href="https://www.blogger.com/null" name="_GoBack"></a>
<span style="color: black;">A
partir de los quince, cuando empecé a recibir anualmente mi beca de
huérfana para estudiar bachillerato, me acostumbré a hacer mis
propias compras de libros. Y hasta la fecha. Uno de los primeros
libros que recuerdo haber comprado yo es uno cuyo poso ha quedado
para siempre en la recámara de mi memoria: Rojo y negro, de
Stendhal.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Creo
firmemente que la lectura crea experiencia y que incluso podríamos
definirla como un acto de amor. Un acto de amor también es
recomendar libros a los niños y proporcionarles lectura. Y en parte
creo que tuve una infancia feliz porque pude leer libros. En
definitiva, tanto entonces como ahora,<span style="background: transparent none repeat scroll 0% 0%;">
l</span><span style="background: transparent none repeat scroll 0% 0%;">eo
para vivir otras vidas, para alimentar mi imaginación, para entrenar
el cerebro, porque combate el estrés, ayuda a dormir mejor, porque
amplía tu perspectiva del mundo, porque para escribir hay que
haber leído mucho.</span></span></span><br />
</div>
<br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Maite Nuñez</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Escritora</span></span><br />
<br />
<br />
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
</div>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; }</style><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-87838550720928211742018-05-01T12:26:00.000+02:002018-05-01T17:21:05.436+02:00Diana Marina Gamarnik<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkEEQfnKnlk6Kme2YFrtN7K6z6mAFO4lQy6ifMwumqZodcsJv6XkF9BqH2ehYkqEFavBCpPr56jTO6nNg85Us8a0cfczJS1cit9fav_a2PbwqsBC-JMt6kPcSSn-3WLg5zA7CTJ-ZiesIQ/s1600/dianasepia.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="720" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkEEQfnKnlk6Kme2YFrtN7K6z6mAFO4lQy6ifMwumqZodcsJv6XkF9BqH2ehYkqEFavBCpPr56jTO6nNg85Us8a0cfczJS1cit9fav_a2PbwqsBC-JMt6kPcSSn-3WLg5zA7CTJ-ZiesIQ/s320/dianasepia.jpg" width="280" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estoy
convencida de que a lo largo de la vida se pueden cambiar muchas cosas
de la personalidad. Suavizarlas, mejorarlas o transformarlas por
completo. Aunque hay algunas que, por lo menos en mi caso, nunca logré
modificar ni un ápice. Soy muy curiosa y ávida de todo. Y además me
aburro muy rápido. Excepto… </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En
septiembre de 1966 yo tenía cinco años y el jardín de infantes me
aburría. Mi mamá me había enseñado los números, y con ellos jugaba a
sumar y restar. Los escribía acostados porque no sabía cómo hacerlo
bien, pero recuerdo que me encantaba hacer cuentas. Hasta que quise
saber más. Entonces mi mamá comenzó a enseñarme las letras y me mostraba
los titulares del diario (en mi casa siempre se compró el diario) para
ver si las reconocía.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
A la
vuelta de casa, en la calle Villegas (muchas cosas sucedieron en mi vida
en esa calle), vivía una maestra particular. Era muy joven y se llamaba
Mabel. Mi mamá le preguntó cómo podía hacer para que yo aprendiera a
leer y ella le recomendó un libro de lectura del que nadie recuerda el
nombre. Me lo compraron en el mes de octubre y cuando lo tuve en mis
manos, mi felicidad fue infinita. Mi mamá me contó que el primer día leí
sola hasta la página 21. Tal era mi avidez.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Después
decidieron mandarme con Mabel para practicar (y para que no me
aburriera). Las dos nos sentábamos en una mesita que estaba al lado de
una puerta que daba a la cocina y nos pasábamos el rato leyendo juntas
libros de cuentos para niños con muchos dibujos y pocas palabras. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En
noviembre de ese año, al cumplir los seis, ya sabía leer y hacer
cuentas. Lo que no sabía era escribir o, mejor dicho, lo hacía con mis
propias reglas, y dibujaba garabatos incomprensibles, absolutamente
convencida de que decían lo que quería que dijeran.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Justo
en esa época se había establecido que, por la falta de matrícula, se
podía inscribir a los chicos de cinco años en primer grado. Mi papá y mi
mamá pensaron que era una pena que yo no pudiera aprovechar esa
posibilidad y que, como ya sabía lo que se enseñaba en primer grado,
quizás convendría que entrara directamente en segundo grado. (Lo que no
sabían es que no solo se aprende a escribir, a leer y hacer cuentas en
primer grado, se aprenden muchas cosas más que yo no supe, pero esa es
otra historia). </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
En marzo de
1967 encontraron una escuela nacional en Lanús, la Nº 69, cuyo director
(recuerdo que se llamaba Daniel Olmedo y que era muy simpático) aceptó
que empezara segundo grado directamente después de que me tomaran un
examen que aprobé a pesar de mi letra horrible.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En
agosto de 1967, para el Día del Niño me regalaron la colección completa
de los libros de Monteiro Lobato. Eran veinticuatro tomos encuadernados
en una especie de cuerina roja con las letras de los títulos doradas y
las caras de los protagonistas, Naricita y Perucho, también en dorado.
Si se compraba la colección en un solo pago, venía de regalo además un
bibliotequita de madera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ese
recuerdo no necesité que me lo contaran. Todavía siento la emoción que
me atravesó el cuerpo esa tarde en la que llegué de la escuela y
descubrí que todos esos libros ordenados estaban esperándome. La avidez
me hizo agua la boca y sentí mucho placer, algo que mantengo hasta el
día de la fecha ante un libro nuevo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
–¿Es para mí? ¿Es toda para mí?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
–Sí. Para que no te aburras. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esa
misma noche mi mamá empezó a leernos a mí y a mi hermano menor el
primer tomo de la colección, Las aventuras de Naricita y Perucho. A la
semana le dije que quería probar leerlo sola. Y así empezó una tradición
que nunca me abandonó: leer en la cama antes de dormirme. Incluso, a
veces lo hacía con el velador escondido debajo de las sábanas para que
no se dieran cuenta de que me quedaba leyendo hasta tarde.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En
noviembre de 1967, cuando cumplí los siete años, lo terminé. Había
terminado de leer mi primer libro, esta vez con muchas palabras y pocos
dibujos. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y
supe, sí, a mi manera infantil y como podía, que al leer me había
convertido en la dueña de un tesoro y que no me aburriría nunca más. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Luego
a los nueve, apareció en mi vida Mujercitas, de Louise May Alcott, y
con ella, la colección Robin Hood, con sus entrañables tapas amarillas.
Mis preferidos eran los libros en los cuales las chicas eran las
protagonistas, no importaba en qué época transcurrían, pero debía haber
chicas. Sin saberlo, empezaba a sentirme parte de esos libros, a creer
que eran solo para mí y a descubrir gozosamente que, luego, podía
compartirlos. De estas dos experiencias fundacionales, me quedó una
especial atracción por las colecciones: saber que sus historias no
terminaban, que había otro libro esperándome, me generaba una sensación
especial: más tarde supe que era la voluptuosidad de esperar algo que
estaba a mi alcance, que ya iba a llegar. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después
a los once años, durante una tarde en la que estaba muy aburrida y
había terminado todos los libros infantiles que estaban a mi
disposición, encontré un libro sin tapas en la biblioteca de mi casa.
Pude descubrir que era de la colección El Séptimo Círculo, pero nunca
supe su nombre, además de la tapa también le faltaban algunas hojas,
empezaba en la página 17. Era una novela policial de la cual recuerdo
que descubrieron al asesino porque era un ciego que había “mirado” hacia
abajo desde lo alto de una escalera, por lo tanto no era un ciego y sí
el asesino. A partir de este libro, se abrió en mí una pasión de
coleccionista de novelas y cuentos policiales, de todas las épocas y
estilos, que continúa hasta la actualidad. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
El
cuarto acontecimiento sucedió a los doce con La Adorable Revoltosa, de
Enid Blyton, que no solo incrementó mi avidez por las colecciones, sino
que también me regaló algo para siempre. Reconozco que las veces que
pude ponerlo en práctica fueron muchas menos de las que hubiera querido,
pero de todos modos sigo insistiendo… No recuerdo la frase con
exactitud, pero decía algo así como que ser valiente no es no tener
miedo, sino enfrentar la vida con todos los errores que uno puede
cometer, que ser orgulloso no implica mantener una posición para
siempre; si uno está equivocado, es posible cambiar o al menos
intentarlo. La protagonista del libro llega a esta conclusión mientras
se está hamacando en el parque de su escuela y también, desde entonces,
las hamacas pasaron a tener un papel muy importante en algunas
circunstancias de mi vida. Amo hamacarme muy alto, tan alto como me
siguen llevando los libros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Diana Marina Gamarnik</div>
<div style="text-align: justify;">
Correctora, editora y redactora.<br />
<br /></div>
<br />
<br />Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-4728174163981739802018-04-16T12:37:00.002+02:002018-04-17T13:05:13.023+02:00Ángel L. Montilla Martos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyhVKs2qy00n0pjwdMOYgM9V_3y2FTHxPq6GmvxX_aHMXEgTO8IHowCV8QHBMAe81Vo7z4GqYVt80j6_mB-QiiaW4zm4pJfiogf0OOBr2X4gxqpE56m-4XCtZgAjvnEzXSZ27DdfzTYR4Z/s1600/%25C3%2581ngelMontilla.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="674" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyhVKs2qy00n0pjwdMOYgM9V_3y2FTHxPq6GmvxX_aHMXEgTO8IHowCV8QHBMAe81Vo7z4GqYVt80j6_mB-QiiaW4zm4pJfiogf0OOBr2X4gxqpE56m-4XCtZgAjvnEzXSZ27DdfzTYR4Z/s200/%25C3%2581ngelMontilla.jpg" width="205" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Cuenta mi madre que aprendí a leer sin que me enseñaran. Dice que teniendo yo unos cuatro o cinco años íbamos por una calle de Málaga y, al pasar bajo el cartel de una sastrería, leí en voz alta: “Mateo”. Mi madre se medio asustó: “¿Quién ha enseñado a este niño a leer?”. Seguro que el “milagro” se produjo porque el susodicho cartel estaba en el camino a casa de mi abuela, a la que íbamos casi todos los días desde la nuestra, situada en la periferia de desarrollismo tardofranquista. Imagino a los mayores diciéndome “ahí pone Mateo, Ma-te-o, Ma-te-o”. Mis tiernas neuronas irían remachando la letanía hasta que ultimaron sus sinapsis y… leí.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Y así empezó todo. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Luego fui a una escuela particular que en Andalucía llaman “amiga”. Era una mujer mayor, muy agradable, que llenaba de niños las pequeñas habitaciones de su casa. Recuerdo que me usaban como señuelo publicitario de lo bien que aprendían los niños en su negocio. Me ponían delante de las visitas y leía fragmentos de la cartilla. El típico niño repelente.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Al poco abrieron en el “famoso” barrio de La Palma un colegio de verdad, nacional, patrio, público, estatal... e ingresé en “parvulitos”, o educación infantil. Probablemente era el único que sabía leer. Allí “progresé adecuadamente” y entré en primaria, donde se hacían muchos dictados, sin duda por la dictadura que vivíamos gozosa e inconscientemente.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">En cierta ocasión, por motivos administrativos que desconozco, llegaron unos inspectores, miraron nuestras libretas y nos pasaron a unos cuantos repelentes a un curso superior, aunque apenas había pasado un mes desde septiembre. De esta anómala manera incrementé mi nivel de repelencia. Dos años más tardes rectificaron y me hicieron repetir con todo sobresaliente. Cosas de las dictaduras.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Pero mi repelencia lectora no tenía límites y creció en paralelo cuando inicié mi fugaz carrera como lector en público en las misas de los domingos. Leía las epístolas a los Corintios o a los Tesalonicenses, un trabalenguas cruel que resolvía como podía. Algo quedó del estilo testamentario en ciertos textos que he escrito después.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">A partir de ahí la cosa se normalizó y no llegué a ser ningún voraz lector en la infancia. Mis padres me compraron una colección de literatura juvenil con títulos de Verne, Salgari y demás. Mi tía Inés nos mandó desde Canarias a mis hermanos y a mí una enciclopedia juvenil Oxford que devoramos mil veces. Para la comunión me regalaron La Biblia de los niños, un magnífico libro muy bien ilustrado, del que aprendí un montón de cosas (literarias e históricas), ya que mi supuesta fe se fue diluyendo al ritmo de los estertores del régimen y viré hacia el mundo juvenil del inconformismo, el cine y la música. Este nuevo medio de comunicación me llevó posteriormente a la poesía y de ahí, años más tarde, volví a la música. Y en esa dialéctica me encuentro. Por eso me alegré tanto del Nobel que le dieron a Dylan.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="_5yl5">Ya en el instituto aprendí a leer, de nuevo, el alfabeto griego. Y en la universidad, el árabe. Y muchos años más tarde, ayer como quien dice, aprendí a leer en japonés y ahora doy clases de escritura en los recreos a unos cuantos jóvenes muchísimo menos repelentes que lo que yo fui en mi momento. Por supuesto.</span></div>
<br />
<span class="_5yl5">Ángel L. Montilla Martos.</span><br />
Escritor y p<span class="_5yl5">rofesor en Educación Secundaria, Bachillerato, B.U.P. y C.O.U.</span><br />
<br />
<span class="_5yl5"> </span>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-38976059963884558812018-03-15T17:52:00.003+01:002018-04-20T20:42:55.604+02:00Sergio C. Fanjul<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqa1e7XJlqW310-bxNqjjkyGxNlQ1VVjWeRxhJVl-9qrcnGJauWzVuwJQbw-Al4VZRBbC9nzruIE1EQDVCltUiaUPIhI1tjN5Nf5c1D2lhQAhYTtjsUHg-c8jZNxPKIvQAUwmj8JZmWrkM/s1600/%25C3%25ADndice.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="513" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqa1e7XJlqW310-bxNqjjkyGxNlQ1VVjWeRxhJVl-9qrcnGJauWzVuwJQbw-Al4VZRBbC9nzruIE1EQDVCltUiaUPIhI1tjN5Nf5c1D2lhQAhYTtjsUHg-c8jZNxPKIvQAUwmj8JZmWrkM/s320/%25C3%25ADndice.jpg" width="205" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<style type="text/css"><span style="font-family: inherit;">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; }</span></style>
</div>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">¿Qué cuándo
aprendí a leer? No lo recuerdo, y eso me da pánico, por aquello de
que la vida es un vacío: uno mira atrás en el calendario y no sabe
qué demonios ha hecho el 5 octubre de 2004 o el 14 de noviembre
2013. Vamos viviendo y vamos dejando la nada. No recuerdo lo que hice
la mayoría de las Nocheviejas, se supone que fechas especialmente
señaladas. Así que ni siquiera sé por qué vivimos este día a día
que se disolverá en la nada dentro de unas pocas jornadas.</span>
</div>
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="_GoBack"></a><span style="font-family: inherit;">
Pero, aunque esté mal decirlo, porque se supone que hay que leer
mucho para saber escribir, puedo decir que prácticamente empecé a
hacer las dos cosas al mismo tiempo. En mi muy pequeña pequeñez me
encantaban esos libros misceláneos de una leyenda para cada día, la
historia mundial ilustrada, los mejores inventos, los grandes
descubrimientos científicos, etc, de hecho, todavía los compro
cuando los encuentro en mercadillos y los almaceno en inamovibles
columnas sobre el parqué del salón de mi casa. Recuerdo que uno de
aquellos libros de divulgación científica lo protagonizaba Charlie
Brown, el humano de Snoopy.</span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"> Lo que pasa es
que yo recopilaba información de estas fuentes ilustradas (en todos
los sentidos de la palabra) y luego, con una máquina de escribir
Olivetti colorada, dedicaba la mañana de los sábados a hacer
compendios de ese conocimiento, pequeñas enciclopedias de folios
grapados. La cinta de la máquina era bicolor, así que ponía
grandes títulos en rojo y profundos textos en negro. Cuando fallaba
una letra lo repetía entero, de manera obsesiva, así que aprendía
de forma imborrable cuestiones como el proceso para hacer arder un
diamante, la historia de los luditas durante la Revolución
Industrial, el descubrimiento por parte de Galileo Galilei de las
cuatro grandes lunas jovianas, la arquitectura oculta de la tabla
periódica de los elementos o los desvelos de Hernán Cortés en su
conquista de Tenochtitlan, siempre en su versión más amable e
infantil. Me convertí en un sabio de menos de un metro de altura,
incluso más joven que aquel tan repelente que años después
aparecería en Crónicas Marcianas.</span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">No lo había
pensado antes, pero ahora, más de 30 años después, veo ya allí mi
actual interés por el ensayo, por la no ficción y por la práctica
de periodismo, un interés que, aún así, se vio larvado durante
muchos años hasta que emergió como lava de un volcán, como el pus
explosivo del acné adolescente.
</span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Después de esta
etapa que podría calificarse como mi fase infantil-enciclopédica
vino un período de la infancia tardía y primera juventud donde no
recuerdo tener demasiado interés por la lectura más allá de los
cómics de Marvel (publicados por Cómics Fórum, de los que guardo
millares en mi casa materna), los pequeños volúmenes rojos de <i>Elige
tu propia aventura</i> (SM) o algunas novelas de aventuras de la
Dragonlance y, sobre todo, <i>El Señor de los Anillos</i>, cuando no
había ni película ni <i>merchandising</i>. “Cuando no era
comercial”, como presumirían un pocos años después los que
tenían los primeros dos discos de Green Day. En el cole, a través
de los años, nos habían recomendado algunas novelas que no estaban
mal: <i>Boy </i>y <i>El Superzorro</i>, de Roald Dahl, <i>Los
escarabajos vuelan al atardecer</i> (cuyo argumento no recuerdo pero
que me flipó), de María Gripe, <i>Rebeldes</i> de Susan E. Hinton u
<i>Otto es un rinoceronte</i>, de Ole Lund Kirkegaard</span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Lo de la lectura
en serio (siendo tan audaz como para insinuar que todo esto no era
serio) me llegó tarde, en torno a los 16 o 17 años, cuando, no sé
por qué, empecé a interesarme (como todo el mundo) por los cuentos
de Borges y Cortázar, y de ahí a Kafka, y a Lovecraft, y a Guy de
Maupassant, y a los beats, y a Bukowksi, y a Milan Kundera… Sobre
todo, a repasarme con interés la kilométrica colección del Libro
de Bolsillo de Alianza Editorial, que podría señalar como mi alma
mater en estos asuntos lectores. Por aquellas fechas mi madre se fue
Cuba un par de semanas y yo me compré un <i>pack</i> de seis latas de
cerveza, me hice un <i>piercing</i> en la parte superior de la oreja y me
leí <i>Rayuela</i> casi de un tirón, espatarrado en la cama.
</span></div>
<span style="font-family: inherit;">
</span>
<br />
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Ya nada fue lo
mismo, no sé si para bien o para mal. Y todo para al final haber
dejado la lectura, y la vida en general, por dulce embrujo de las
redes sociales. El <i>piercing</i> aquel de cuando Rayuela también me lo
quité, pero todavía permanece un extraño bulto en el cartílago
que a veces estalla.</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: inherit;">Sergio C. Fanjul</span><br />
<span style="font-family: inherit;">Periodista y poeta.</span><br />
<br /></div>
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-17643605853392623532018-01-13T10:53:00.002+01:002018-04-20T20:46:17.137+02:00Sandra Patricia Rey<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4BzHZC0FhRvaq1zm31uTYNYUL0z6BHx-Ja5WD9J1Uja-z4ZjTgT2-mc4BO3UHcV8BGfbsq2-IiORfTNsOLq4TuA4J9aGhoUL7iLcTEnX76X7OXooAT-OTeGMf4RgN6hl2hM_eD46vWMl3/s1600/SANDRITAsepia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="772" data-original-width="507" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4BzHZC0FhRvaq1zm31uTYNYUL0z6BHx-Ja5WD9J1Uja-z4ZjTgT2-mc4BO3UHcV8BGfbsq2-IiORfTNsOLq4TuA4J9aGhoUL7iLcTEnX76X7OXooAT-OTeGMf4RgN6hl2hM_eD46vWMl3/s320/SANDRITAsepia.jpg" width="209" /></a></div>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); line-height: 120%; }p.western { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }p.cjk { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }p.ctl { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }</style>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); line-height: 120%; }p.western { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }p.cjk { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }p.ctl { font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; }</style>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">SIMULCOP DE INFANCIA</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span>
</div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;"><i>D</i></span><span style="color: black; font-size: large;">urante
mi infancia, leer y escribir, </span><span style="font-size: large;">llaves
simbólicas del saber y del poder, para los eruditos, eran para mí
sinónimo de juego.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">En
mi época y en el barrio urbano que me crié, se llamaba librerías a
los comercios en los que se vendían lápices de colores, unos
anotadores llamados Congreso que no faltaban en las casas, blocks de
hojas de colores, papel glacé, plasticola, gomas de borrar tinta y
lápiz. También sobres y papel de carta, y los cuadernos Simulcop,
ese invento de los 60 para dibujar como los dioses. No se vendían
libros.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Así
entonces, el primer contacto con la palabra escrita, eran los
periódicos y las revistas. Para chicos, a comienzos de la década
del ’60, comenzó a editarse Anteojito, una creación de Manuel
García Ferré, el creador de los primeros dibujos animados en la
Argentina. El personaje era un niño de unos 8 años, muy tranquilo e
inteligente, que usaba grandes anteojos, y vivía con su tío llamado
Antifaz. A la galería de personajes entrañables, se sumaban
actividades para realizar. Además me compraban historietas. Las
aventuras de un cacique noble de estas tierras, llamado Patoruzú, y
las locuras de un personaje peculiar, Isidoro Cañones. Las
ilustraciones permitían imaginar la historia, aunque los textos
resultaban aún un misterio.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Recién
el colegio abría las puertas al mundo de la lectura, y eran los
maestros los que nos iniciaban en ella. Con orgullo puedo decir que
mi maestra de primer grado, Cristina Doce, fue quien me enseñó a
leer y de las primeras personas que me animó con la escritura.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Si
muchos de los de mi generación aprendimos a leer, leyendo
historietas, en mi caso, una vez adquirida la herramienta, devoré
con avidez cada libro de la biblioteca familiar, recuperada en la
actualidad para amurar en mi habitación. </span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span></span>
</div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">La
lectura era un acto solitario, casi secreto, y los personajes de
historietas y de libros, tan reales como cualquiera de mis familiares
o amigos.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Los
libros se convirtieron en un buen refugio, buscaba algunas respuestas
que no encontraba alrededor y eran una verdadera compañía. Soy la
menor de cinco hermanas mujeres, y a medida que mis hermanas se
casaron, la biblioteca se fue despoblando. Como ser mayor otorgaba
algún derecho, se llevaron unos cuantos libros que yo amaba, aunque
a nadie le importó.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">De
la colección Robin Hood, conservé El príncipe feliz, Mujercitas y
Bajo las lilas, pero nunca encontré el ejemplar de Corazón que me
había regalado mi madrina de bautismo. Era de tapas duras, rojo
brillante, y tenía representado al pequeño Marco con las montañas
de fondo. No puedo contar cuántas veces viajé de los Apeninos a los
Andes, acompañándolo.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">En
un estante tengo reunidos a mis amigos de la adolescencia, las Voces
de Antonio Porchia, Pedro Páramo, Juan Salvador Gaviota, Mi planta
de naranja lima y El principito con el lomo pegoteado por una reseca,
amarillenta y ajada cinta scotch. Para un cumpleaños, a propósito
del cincuentenario, me regalaron una edición encuadernada en tela
color azul, y aunque trae dibujos originales de Saint Exùpery, no
tiene para mí el mismo valor.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">En
ese estante preferido tengo además a Corín Tellado, descubierta por
casualidad en los mismos anaqueles que los clásicos, en mi primer
viaje a España. Con el mismo entusiasmo con que solía perderme en
las librerías de la Avenida Corrientes, encontré a la asturiana;
según la UNESCO, la autora de habla castellana más leída después
de la Biblia y de Cervantes.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">En
la ocasión no eran novelitas usadas, elegidas entre pilas bien
ordenadas en prolijos y polvorientos cajones que tenían esos locales
de canje o venta, sino ejemplares originales que me hicieron ilusión. </span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Estaba
ordenada alfabéticamente en una clara demostración de que no existe
género menor. Cabrera Infante declaró que </span><span style="font-size: large;">su
tarea de corrector de la prolífica escritora de novelitas rosa –la
inocente pornógrafa, como él la llamaba–, fue determinante para
su posterior dedicación a la escritura.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;">Eterna
la poesía, asoman en ese mismo estante Machado, Hernández y
Prevért, y los argentinos Girondo, Gelman y la Orozco; allende la
Cordillera, Neruda y Vicente Huidobro; e Idea Vilariño y Mario
Benedetti, desde el otro lado del charco. Poemas aprendidos de
memoria de tanto andarlos y desandarlos.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">Mientras
los demás aborrecían los clásicos del secundario, yo disfruté al
deslizarlos de sus estantes, para mis sobrinos y mis tres hijos
después. El poema del Mío Cid, el hidalgo caballero Don Quijote de
la Mancha, Platero y yo, Los árboles mueren de pie, El lazarillo de
Tormes y Pepita Giménez entre otros, se han mantenido vivos a fuerza
de subrayados y anotaciones.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="color: black; font-size: large;"> </span><span style="color: black; font-size: large;">El
juego continuaba para mí y quería contagiarlos, al iniciarse el año
escolar y llegar con la lista de libros, ellos decían el título,
esperando que yo completara el autor. También se hizo costumbre que
les contara de qué trataban, cuáles eran mis preferidos y más aún,
cómo hacer sinopsis o resúmenes.</span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
<span style="color: black;"> </span><span style="color: black;">Como
lectora, los libros siempre me hicieron sentir esa magia de lo que no
se puede explicar. Me convirtieron en protagonista.</span></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="color: black;"> </span></span></span>
</div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: black;">Sandra Patricia Rey</span></span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: black;">Abogada, escritora y creadora de la <a href="https://megara.com.ar/" target="_blank">revista Megara</a>.</span></span></span></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="justify" class="western" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-32880432177583576922017-11-18T18:23:00.001+01:002018-04-20T20:49:41.940+02:00Alena Collar<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPDvqRrR6Mh_fFjeIxkrZKTc9jJ0mQDJn5R71C35FHP6MlegXtIYJRO_wZ6Xe7fPZndJZS2eEDJbiECnWkP0rZNpu2NGE2suzZ3GZlWPAWjma_uTJ1v1QPQ8BKE9KETQoHydCkW5mPo7LA/s1600/Alena.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="100" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPDvqRrR6Mh_fFjeIxkrZKTc9jJ0mQDJn5R71C35FHP6MlegXtIYJRO_wZ6Xe7fPZndJZS2eEDJbiECnWkP0rZNpu2NGE2suzZ3GZlWPAWjma_uTJ1v1QPQ8BKE9KETQoHydCkW5mPo7LA/s1600/Alena.jpg" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"> <span id="docs-internal-guid-91be2e21-d011-1201-5dd5-2f066f049fc6" style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Siempre que termino de leer un libro que me gusta, que me hace perder la noción del tiempo de lectura, como hoy, pienso lo mismo: qué lujo saber leer. Qué lujo que me enseñaran además el amor por la lectura. Porque no siempre se da; a veces, muchas, se enseña a leer pero no se enseña ese amor por los libros. Y yo no creo que valgan campañas, de colegios, ni nada de eso; creo que es un modo de vida que te incorporan de pequeño en casa. Yo no recuerdo no estar rodeada de libros, de recitados, de gente que me leía antes de aprender, de historias. Vivir, crecer así es un privilegio. Siempre recuerdo el portal de la casa del pueblo, la silla de mi tío Pepe, y una caja. Cerrada. Yo, con tres años. En otra silla. Mi pregunta habitual con él: “ ¿qué me vas a enseñar?”… Porque mi tío Pepe era un Maestro, aunque no fuera maestro. Era médico. Y me enseñaba, todos los días. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Y aquel día me dijo unas palabras que no se me olvidan: “ Te voy a enseñar un juego mágico que te abrirá las puertas del mundo”. Y cuando le pregunté, “ y ¿cómo se llama el juego?”, me respondió : “ Se llama Leer”.</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">La caja cerrada –hablo de 1963- contenía unos bloques cuadrados. 28 bloques cuadrados. Mi tío me dijo que cada cuadrado era una letra y tenía un sonido. Y empezamos. Con las vocales, “a” “ como si te sorprendieras”, “e” como cuando llamas a alguien para que venga”, “i” como si lloraras bajito” “o” como si te asustaras”, “u”, como si quisieras asustar a alguien”. La A dos palitos hacia ti y un palito de mano a mano”, la “E” Un palito hacia ti, dos palitos hacia la mano mala y uno en medio” ( yo soy zurda), la “I” Un palito solito” la O” “como la pelota, redonda”, y la U” Como la O pero sin cerrar”.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">A base de sonidos e imaginación, aquel mes de julio veraniego de 1963 fui aprendiendo. Una tarde de aquellas, en las que ya dominaba el abecedario me dijo; “bueno, ahora la prueba final. Pon una palabra”. Yo puse muy despacio una palabra. “Léela”.</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">“Mamá”. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Entonces se sonrió y me dijo: “Ya sabes leer, pero vamos a hacer otra prueba”. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Sacó un pequeño paquete. Lo desenvolví. Era un libro de cuentos. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">“Lee el título”, me dijo.</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Y yo, muy despacio fui leyendo, asombrada, casi asustada, entusiasmada luego, de corrido y alborotándome: “Rubito, el gatito abandonado. Érase una vez un gatito muy pequeño al que abandonaron en un bosque…” </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">-Para, para- me dijo riéndose y cogiéndome las manos. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Me paré y me miró. “Ahora sí, ahora es verdad, ahora YA SABES LEER”. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Y yo salí corriendo por toda la casa, armando una escandalera que alborotó a todo el mundo, gritando con mi libro de cuentos abrazado: “ Mamá, papá, ya sé leer”…</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Había aprendido un juego mágico que me iba a abrir todas las puertas del mundo, iban a ser mías todas las historias, todos los países, todas las aventuras. Para siempre. Y nunca más, mientras hubiera libros, me importaría estar horas y horas en la cama…</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Siempre que acabo un buen libro, como hoy, me acuerdo de esto, y quería compartirlo con vosotros.</span></span><span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "arial"; font-size: large; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "arial"; font-size: large; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Alena Collar</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Escritora y crítica literaria.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "arial"; font-size: 11pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><br class="kix-line-break" /></span></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-21134011381120084392017-10-25T18:41:00.000+02:002018-04-21T12:44:37.494+02:00Martina Tuts<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPy87VaoV6owOadp2qSd1C2pJNssk2MRTFGRhig7u-MDu78rWsVBiBRSWIhnTtX1bW826jS8gtx29Xg62dbaeyfZsD8xcWuUhagZCzraDT02adC5oLDpzfa9Tix6GAYRSW5PE7VR3RBtiR/s1600/Martina+Tuts+.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1206" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPy87VaoV6owOadp2qSd1C2pJNssk2MRTFGRhig7u-MDu78rWsVBiBRSWIhnTtX1bW826jS8gtx29Xg62dbaeyfZsD8xcWuUhagZCzraDT02adC5oLDpzfa9Tix6GAYRSW5PE7VR3RBtiR/s200/Martina+Tuts+.jpeg" width="150" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;"><br /></span>
<span style="font-family: inherit;">La
niña aprenderá las letras en casa —sentenció mi abuela. Y a
contar también. Y así, la m con la a, repetida tantas veces, nunca
se pronunció mamá: aprendí que a la b y la o se le añadía una n
y se pronunciaba bobón que, en nuestro idiolecto particular, no
significaba tonta sino buena. Mi abuela era artista: tocaba la
mandolina, cantaba y bailaba. Me cautivaban sus dedos recorriendo las
ocho cuerdas del instrumento haciendo sonar una y otra vez para mí
“Los Niños del Pireo”.</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">—Otra
vez, abuela —pedía sin parar. Ella se esforzaba por introducir
nuevas notas, arreglos, variantes, que resonaban en la habitación y
me transportaban a mundos de luz azul y olores
desconocidos.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Años
después, en un barrio de Atenas del que me esforzaba en leer cada
cartel, otro músico tocando el bouzouki me retrotrajo a la cocina de
Bilbao y al sillón de orejas del rincón desde el que miraba
embelesada a esa mujer de dedos largos y sonrisa eterna. Aprendí,
pues, a diferenciar -an de -on, al ritmo de las notas, con los dedos
en forma de pinza oprimiendo mi pequeña nariz y creo que me hice con
el pentagrama antes que con el alfabeto.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Aprendí
a leer con los nombres de los alimentos, los indicadores de tráfico,
los carteles de las calles, un poema de Baudelaire que, no se sabe
muy bien por qué extraña razón, había acabado en el cesto de la
leña y que yo repetía, compulsivamente, sin llegar a comprender
cómo serían esos amargos abismos….</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage</span></div>
<span style="font-family: inherit;">Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,</span><span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;">Qui suivent, indolents compagnons de voyage,</span><span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;">Le navire glissant sur les gouffres amers.</span><br />
<div style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium; font-style: normal; font-variant-caps: normal; font-variant-ligatures: normal; font-weight: 400; letter-spacing: normal; orphans: 2; text-align: justify; text-decoration-color: initial; text-decoration-style: initial; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 2; word-spacing: 0px;">
<div style="margin: 0px;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
</div>
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">—Lee,
lee —insistía mientras desgranaba las notas en las cuerdas— si
lees, escribirás. Y lo harás bien. Y a quien escribe bien, se le
respeta.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Y
leía, pues, sin parar, todo lo que alcanzara mi mano de niña
pequeña, en esa casa demasiado grande y demasiado fría, pero en la
que se escuchaba siempre la bonita voz de la abuela cantando.
</span><br />
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Cuando
cumplí cinco años, llegaron los libros: Martina en la Escuela,
Martina en el campo, Las vacaciones de Martina… hasta completar una
colección que creí durante muchos años que se había escrito
especialmente para mí. Así que, cuando llegó septiembre y el
primer día de escuela, estaba lista para la aventura.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Pero
cuando la maestra escribió las veintisiete letras del alfabeto y nos
hizo repetirlas durante una hora y pasó después a ba, be, bi, bo,
bu y luego a ca, ce, ci, co, cu y así hasta llegar a la Z, yo ya
volaba entre nubes y pájaros con la cu de cuervo, la go de
golondrina y la ga de gaviota.</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Volvía
a casa, mustia, hacía los deberes sin ganas y soñaba con volver a
la casa grande llena de música en la que la abuela se inventaba
frases que me hicieran pensar o reír y mezclaba las notas con las
letras. Es así como canturreaba « do mi si la sol fa si la si
re do mi si la do re », obligándome a escribir primero lo que
oía (que era lo mismo que las sílabas que nos imponía la maestra)
y, después, a sacarle un sentido a lo adivinado, que era algo como
«domicile à sol facile à cirer, domicile adoré» (lo que en
castellano sería algo como «hogar cuyo suelo es fácil de encerar,
adorado hogar», y no tiene gracia alguna) que, a mí, me resultaba
de lo más divertido.</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Después
llegarían los poemas de Luis Aragón, cantados por Jean Ferrat, las
letras irreverentes de Brassens o el melancólico cinismo de las
canciones de Brel, impresas en octavillas, que vendía un viejecito
en los mercadillos de los viernes, entre frutas y verduras y
exprimidores de naranjas.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Luego
llegarían otros idiomas, otras canciones, otros poemas, otras
lecturas. Libros, libros y más libros.
</span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">—</span><span style="font-family: inherit;">Lee,
niña, lee. Si lees, escribirás. Y lo harás bien. Y a quien escribe
bien, se le respeta.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Martina
Tuts</span></div>
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p { margin-bottom: 0.25cm; border: none; padding: 0cm; line-height: 120%; text-align: left; page-break-inside: auto; orphans: 2; widows: 2; page-break-after: auto }
</style>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Editora.</span></div>
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div>
<br /></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-18247124434615056822017-10-24T16:46:00.000+02:002017-10-24T17:20:18.022+02:00María Luisa Huertas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaFIXBM7Ccv2h5DFRc1p_hrjNdWwi2H5rIWImeeytuNDcNbgZntLc9TDxKG7rfe8kHtU5LgM_Wpk8Xerah5XF14g31IUXceDQaW0dJUdNw11W9y-H0u_z01QoKQQ76MDNSzpEor163pkIQ/s1600/Foto+de+MariaLuisahuertas.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="241" data-original-width="260" height="184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaFIXBM7Ccv2h5DFRc1p_hrjNdWwi2H5rIWImeeytuNDcNbgZntLc9TDxKG7rfe8kHtU5LgM_Wpk8Xerah5XF14g31IUXceDQaW0dJUdNw11W9y-H0u_z01QoKQQ76MDNSzpEor163pkIQ/s200/Foto+de+MariaLuisahuertas.jpeg" width="200" /></a></div>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; border: medium none; padding: 0cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; page-break-inside: auto; page-break-after: auto; }a:link { color: rgb(0, 0, 255); }</style>
<br />
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">
</span></span></div>
<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; border: medium none; padding: 0cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; page-break-inside: auto; page-break-after: auto; }a:link { color: rgb(0, 0, 255); }</style>
<br />
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
Me resulta imposible
olvidar como y cuando aprendí a leer y a escribir. Toda mi vida ha
estado marcada por esos momentos.</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
Nací en el seno de una familia marginal, en cuanto al trayecto de
vida. Mis padres vivían y trabajaban en Marruecos. Durante mi
infancia residíamos en las montañas Rifeñas, sin posibilidad de
acudir a ningún colegio. Para mi seguridad, me enviaban muy a menudo
a España, con los abuelos. Mi abuela era pintora y cantante de ópera
y mi abuelo un hombre de negocios liberal, abierto y demasiado
moderno para la época. En aquella casa se dedicaba mucho tiempo a
las artes, a las reuniones con artistas de todas clases y a la
lectura. Para mis abuelos la escuela era perturbadora para los niños,
así que, aquí, tampoco tuve la posibilidad de canturrear las
sílabas con otros niños. Ni de unir las consonantes y las vocales
para formar palabras, sirviéndome de las sugestivas imágenes de los
libros de texto.</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="justify" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
Aprendí
a leer con el Quijote. Sí, con el Quijote. Cuando fui capaz de unir
las letras y de comprender las frases, pasé a todo tipo de
literatura clásica y menos clásica que ocupaba la biblioteca. Ahora
puedo decir que aprendí realmente a leer. Después de cada párrafo
leído, se comentaba el contenido y poco a poco, mi pasión por la
lectura dejó paso a la pasión por la escritura.<br />
<br />
<br />
María Luisa Huertas<br />
Escritora.<br />
<br />
</div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-73269071084183298712017-09-04T20:27:00.002+02:002018-03-15T18:18:26.817+01:00Carmen Dorado Vedia<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; }a:link { color: rgb(0, 0, 255); }</style>
<br />
<div align="right" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: small;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjd3RJiB_ckScEg9aGgR16QmR0d9SMuBtjzoZkhI4sols8o1SWozN8j7Yp4cbGXqpk8OwBRIneO9WDloyDD_iuRHufm1udjAUhrDrC8PaNh7NrqL4bqZW3XyUb8TfIFHqbdVk-2e8G6TgWu/s1600/Carmen+Dorado+Vedia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1469" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjd3RJiB_ckScEg9aGgR16QmR0d9SMuBtjzoZkhI4sols8o1SWozN8j7Yp4cbGXqpk8OwBRIneO9WDloyDD_iuRHufm1udjAUhrDrC8PaNh7NrqL4bqZW3XyUb8TfIFHqbdVk-2e8G6TgWu/s200/Carmen+Dorado+Vedia.jpg" width="240" /></a></i></span></div>
<span style="font-size: small;"></span>
<br />
<div align="right" style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: small;">Un libro es como un jardín</span></i></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: small;">que se lleva en el bolsillo.</span></i></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: small;">Proverbio árabe. </span></i></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="font-size: small;"> </span></i></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit; font-size: small;"><span style="font-size: medium;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 108%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">¿Cómo
y cuándo comenzó mi pasión por la lectura?</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">La
respuesta es, como cabía esperar, una historia.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">La historia de una niña que
creció en mil y una noches bajo la cálida voz de su madre mientras
le desgranaba las historias de Sherezade, la narradora por
excelencia. Gracias a sus cuentos descubrí que nada es imposible:
construir un jardín en el desierto, vivir la sencillez de los
nómadas, cabalgar sobre una alfombra voladora, recorrer los zocos y,
lo más importante de todo, sobrevivir porque hay historias que
contar y sabemos contarlas, que estamos vivos porque tenemos voz y
porque alguien nos escucha. Aunque esas historias que nos cuentan,
que nos contamos, no sean necesariamente placenteras. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">La
niña se hizo grande. Ya tenía criterio propio y entre los libros de
casa buscaba aquellos que le llevasen a paraísos perdidos, playas
desiertas, barcos piratas. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Mis
primeras lecturas fueron la <i>Isla
del Tesoro</i>, <i>Los
viajes de Guilliver</i>,
<i>las travesuras de
Guillermo</i> o <i>los
cuentos de Celia de Elena</i>
Fortún. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">En
mi undécimo cumpleaños mi madre me regaló dos libros que me han
acompañado desde siempre: <i>Los
cuentos de la Alhambra </i>de
Washington Irving y <i>Alicia
en el país de las maravillas</i>
de Lewis Carroll. Ese mismo año, con el dinero que habían ahorrado
compré <i>el
Principito</i>. Por
entonces no intuía que más tarde mi profesora de francés me haría
leer (precisamente) <i>Le
petit prince</i> y
<i>Autour du monde en
80 jours.</i></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Poco
después llegaron Enid Blyton y <i>los
cinco</i>. Ellos me
inspiraron los primeros relatos que escribí y que aún guardo con
mucho cariño.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">A
los quince años descubro, gracias a mi hermano, a García Márquez y
Vargas Llosa. Del primero he leído (casi todo) lo publicado. Cien
años de soledad es mi libro de cabecera, lo he leído y releído en
varias ocasiones y puedo asegurar que nunca deja de sorprenderme,
además de tener distintas ediciones. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Por
esa época es cuando desembarco en la poesía de Machado, Alberti,
Lorca, Miguel Hernández.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">La
niña creció y viajó.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Recorrí
Oriente Próximo y aprendí que el más precioso de todos los colores
es el que guardan las palabras. Conocí gentes, lugares, aromas que a
mi vuelta siempre añoraba con una punzada en el corazón. El vacío
de la nostalgia lo llené de libros y autores que me trasladaban a
esos lugares. Mi curiosidad me llevó a adentrarme más en la
idiosincrasia de sus gentes. Fue la etapa en la que me sumergí en el
ensayo, en la novela histórica, en los libros de viajes. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Desde
entonces leo con asiduidad a autores árabes como Rafik Schami
(sirio), Fátima Mernisi (marroquí), Malika Mokedden (argelina),
Ibrahim Al-Koni (libio), Simin Daneshvar y Kader Addolah (persas),
Tarik Ali (paquistaní), Niguif Mahfud (egipcio), Amin Maalouf,
Khalil Gibran (libaneses), Mahmud Darwis y Edward Said (palestinos).</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">En
el año 2005 entro en el Taller de Escritura Creativa de Clara
Obligado y gracias a ella descubro autores como Borges, Cortázar,
Monterroso, Horacio Quiroga, que me han ayudado a resolver muchos de
los vacíos que había en mi escritura. Gracias al Taller, a Camila
Paz y a la colección “el pez volador” pude publicar mi primer
libro de cuentos <i>Tras
las huellas de Sherezade.</i></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Voy
a terminar utilizando una frase de Borges: <i>Siempre
imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca.</i></span></span><br />
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><a href="https://www.blogger.com/null" name="_GoBack"></a>
</span></span>
<span style="font-family: inherit;"></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span></div>
<div align="justify" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0.28cm;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Carmen Dorado Vedia</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Departamento de salud del ayuntamiento de Madrid. </span></span><br />
<br />
<br />
<br /></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-21264979472620184282017-08-20T13:29:00.000+02:002018-04-21T13:23:34.548+02:00Silvia Fernández Díaz<style type="text/css">p { margin-bottom: 0.25cm; direction: ltr; line-height: 120%; text-align: left; }</style>
<div align="justify" style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2EaGr84G09DN2HVZUu4-0eoT67EVg4WiF_v0azQnoi_mB0Sr0KNBe-NHL6phdMtFNes4lJlpXQBvjjY8gD-0LPEo599C_Bzue8lXr8tNoJ2NuCZOV7yM7-7r2tX-hli4qky9-708iqFkW/s1600/silviafern%25C3%25A1ndez1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="597" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2EaGr84G09DN2HVZUu4-0eoT67EVg4WiF_v0azQnoi_mB0Sr0KNBe-NHL6phdMtFNes4lJlpXQBvjjY8gD-0LPEo599C_Bzue8lXr8tNoJ2NuCZOV7yM7-7r2tX-hli4qky9-708iqFkW/s320/silviafern%25C3%25A1ndez1.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">En
mi vida, he aprendido varias veces a leer. La primera fue en
parvulitos, a los cuatro años. Sin apenas darme cuenta, comencé a
unir las grafías que, a diario, copiaba en los cuadernillos <i>Rubio</i>.
Un día la señorita Gracia nos mandó la cartilla <i>Palau</i>. Era
una cartilla de lectura. Es mi primer recuerdo, al que luego sumé el
de los maravillosos libros <i>Senda</i> de la editorial Santillana.
</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Cuando
aprendí a leer mis hermanas respiraron aliviadas. Ya no les daba
continuamente la tabarra para que me leyeran en voz alta mi libro
favorito. Uno sobre el niño Jesús en el templo, que no se titulaba
exactamente así y que, desgraciadamente, no he podido localizar en
mis largas búsquedas por Internet ni en las ferias de libros
antiguos.</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Sobre
todo, aprendí a leer con las poesías. Con esos poemas de Machado o
Espronceda que nos hacía recitar de memoria junto al encerado.
Cuando me mandaban esos deberes, siempre pensaba que sería incapaz
de aprenderme aquellos versos tan largos. Gracias a la repetición,
lo acababa consiguiendo. Esos poemas, grabados desde entonces en mi
memoria, han sido las lecturas más inolvidables de mi vida.</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">También
recuerdo gratamente las incursiones a los libros de las estanterías
de mi casa. O a los que heredé o me regalaron mis hermanas. Me
acuerdo con gratitud de los lomos granates, con letras doradas, de
<i>Selecciones del Reader's Digest</i> de mi abuela, las aventuras de
<i>Los siete</i> y <i>Los Cinco,</i> las de <i>Tom Sawyer</i> o las
de <i>Los muchachos de la calle Pal.</i> Las emociones que viví con
<i>Cuando Hitler robó el conejo rosa.</i> Y el deseo de devorar, sin
querer que nunca se acabara, <i>La historia interminable,</i> de
Michael Ende. Recuerdo una maleta cargada de libros de Cuba, en la
que llegó <i>Mi planta de naranja lima</i>. Y <i>La busca,</i> de
Baroja, y después muchas más novelas suyas, o las de Herman Hesse,
Heinrich Böll, Carmen Martín Gaite... Así se me abrió un mundo
paralelo, en el que me sentía mucho más acompañada que en la vida
real. Leer junto al balcón, en las noches de verano, era lo más
agradable de las vacaciones interminables de mi adolescencia.
</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Casi
nunca he dejado de leer. Durante los años en que me dediqué a
preparar unas oposiciones, no pude hacerlo con la asiduidad que
quería. Sin embargo, cuando las aprobé, quise cursar algo
relacionado con la escritura. Los talleres de escritura de relato y,
posteriormente otros más especializados, me han enseñado a leer de
nuevo. Antes sabía cuándo un libro me gustaba o, por lo contrario,
me aburría, pero no sabía el porqué. O cuál era el motivo por el
que me emocionaba. Gracias a la lectura compartida de relatos y
novelas en talleres, aprendí de nuevo a leer. A analizar los textos,
intentando llegar más allá de lo que se deduce en las líneas, y
compartir los comentarios con los compañeros y los profesores. Y
sigo en ese proceso maravilloso.</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Por
lo demás, casi nunca salgo de casa sin un libro en el bolso. Es un
objeto imprescindible en mi vida. Uno de los mejores compañeros de
viaje. No suelen defraudarme. Y, si lo hacen, no les pido más y
enseguida encuentro otro que me satisface. Hace años, al acabar un
libro, me quedaba sin saber elegir otra lectura. Tenía que esperar
para comprar un nuevo libro, a pesar de tener bastantes que no había
leído pero que no se encontraban entre mis apetencias. Sin embargo,
ahora tengo en mis estanterías una pila de amigos que esperan el
turno para que llegar a mis manos.
</span></span></div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Los
libros me enseñan a vivir otras vidas, abren mi reducido mundo a
otros lugares, a otras emociones, a unas sensaciones que reconozco
cuando leo algún párrafo de Sándor Márai, Zweig, Magda Szabó. O
me sumerjo en los abismos vitales de Thomas Bernhard. O cuando me
deleito en la prosa fluctuante, en el dejarme llevar entre las olas
de palabras de António Lobo Antunes. Quizás parezca exagerado, pero
no puedo vivir sin los libros. Vivir sin leer es una especie de
muerte. Porque los libros me hacen soñar. Eternamente.</span></span><br />
<br />
</div>
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
</div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
</div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<br />
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Silvia
Fernández Díaz. </span></span>
</div>
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">
</span></span>
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Escritora
y lectora apasionada. Profesora. Administrativo por las mañanas.</span></span><br />
<br />
<br />
</div>
<div style="line-height: 115%; margin-bottom: 0.35cm; text-align: justify;">
<br /></div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-32925743630929047062017-07-08T10:16:00.002+02:002017-07-08T10:34:27.039+02:00Alberto García-Teresa<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVwJC9bn-Tque_pwrV1xWdmRBU6yr4u366aa8lerGSpu3AofMxP3TTnVIbIH4JyMM4Cx5M6a5kB5KcVaUmGr5IyAZZ9IfQQbCj7eLvv3LVXQQToxGS9A4f3YV2VvKafCmPFCJFA0nHZkfD/s1600/Alberto+Garc%25C3%25ADa+Teresa1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="642" data-original-width="523" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVwJC9bn-Tque_pwrV1xWdmRBU6yr4u366aa8lerGSpu3AofMxP3TTnVIbIH4JyMM4Cx5M6a5kB5KcVaUmGr5IyAZZ9IfQQbCj7eLvv3LVXQQToxGS9A4f3YV2VvKafCmPFCJFA0nHZkfD/s320/Alberto+Garc%25C3%25ADa+Teresa1.jpg" width="260" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;">Dice Javier Lostalé que, “quien lee, vive más”. Me gustaría precisar que “vive más intensamente”. O, mejor, “está preparado para vivir más intensamente”. Porque mucho se ha reflexionado sobre la capacidad de la literatura y del ensayo de agudizar nuestra mirada del mundo, de afinar nuestros sentidos, de ayudar a comprender la sociedad, su funcionamiento y a quienes la habitan; de ser estímulo. Sin embargo, me sigue perturbando la concepción de la literatura como mero entretenimiento. Es indudable el placer que nos causa el sentirnos atrapadas/os por una historia, por las correrías de sus personajes. Pero me preocupa que esa experiencia nos desplace, en vez de situarnos en un lugar de percepción y apreciación profundizada, y que se reduzca a evasión y termine obedeciendo o colaborando con lógicas de distracción y adormecimiento.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />En cualquier caso, mi comienzo en la lectura, sin duda, vino de la mano de esa inmersión en historias y mundos fascinantes y absorbentes. Nada de extraordinario tiene mi peripecia con la lectura. Desde pequeñito leí con fervor, alimentado por dos fuentes que considero fundamentales socialmente. Por un lado, la biblioteca familiar que había en casa de mis abuelas/os paternas/os: entre los doce hermanas/os, fueron acumulando dos estanterías de novelas juveniles y de aventuras (sobre todo, aquellas historias de Los Cinco, Los Hollister, Guillermo y Julio Verne de la editorial Molino) que me surtieron durante años hasta el punto de precipitar la escritura de mi primera “novela”, cuando tenía once años, sobre una aventura de una pandilla al mismo estilo.</span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />La otra fuente ha sido una librería de mi barrio (un barrio obrero de la periferia de la capital), en la que adquiría, sobre todo, volúmenes de las series de Elige tu propia aventura, Lince y Amy (Resuelve al misterio), La máquina del tiempo, Planea tu fuga... La labor de esos libro-juegos me parece encomiable como animación a la lectura aún hoy. Es una lástima que los intentos en la actualidad de recuperar el formato, hasta lo que sé, no hayan conseguido la popularidad y la implantación que aquellas series obtuvieron en su momento.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />Temprano llegó también mi afición por los cómics. Ahí se fue fraguando el magma, a base de material de fantasía y ciencia ficción para que, durante la preadolescencia, fueron cayendo esos hitos que jalonaron el género en narrativa, y que me marcaron profundamente: El señor de los anillos con once años (en una lectura tan alejada de la que pude hacer más tarde a los veintitantos, que siempre guardo como ejemplo del valor de las relecturas y del acompañamiento que las grandes obras nos van dando en distintos momentos de nuestra vida), H.P. Lovecraft con doce o trece (ídem), Isaac Asimov (que, por el contrario, hay que reconocerlo, resiste mal las relecturas en la madurez)… </span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />A la poesía, que ha sido el motor de buena parte de mi vida desde mi juventud, llegué en el instituto. Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez (con distintas facetas de su obra a lo largo de los años, en su caso), por distintas razones, entraron muy pronto a formar parte de mi propio cuerpo, y ahí siguen alojados, alimentándome continuamente. Por tanto, poesía y ficción especulativa y fantástica fueron mi sustento (lector y vital) al que se sumaron ensayos de política, sociología y de teoría literaria.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />Sin embargo, desde el inicio de mi tercera década en la vida, he ido perdido el interés por las tramas de la narrativa. Sí que presto mucha atención a la construcción del aparato narrativo pero, en el fondo, me desentiendo de si el asesino es el terrateniente o el jefe de policía. Salvo títulos concretos y el género del microrrelato (síntesis de movimiento y sugestión), la verdad es que me duele reconocer que no me interesa la narrativa (y mira que tengo centenares de estupendas novelas por leer en casa todavía…). Que lea ahora menos de una decena de novelas al año (frente al centenar largo de poemarios y libros de ensayo, teniendo en cuenta que hace años devoraba más de cincuenta novelas) creo que resulta significativo.</span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br />Pero, ¿qué habría sido y es mi vida sin libros, sin literatura? Sin lugar a dudas, algo radicalmente distinto, pues la lectura me ha configurado por completo. Afortunadamente.</span></span><br />
<br />
<br />
Alberto García-Teresa<br />
Filología Hispánica, poeta, microrrelatista y crítico literario. Trabaja en una biblioteca municipal. <br />
<br />
<br />Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-11238268905598301642017-05-24T18:12:00.000+02:002017-05-24T18:12:17.194+02:00Inma Blanco<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY28QQ_EGYKETS7sgFTlzrC8megBjRB5TUm5Q4AUg34o873ZLCqJWClv8AEEdK3FOhiFbIS_dSXkgoEZ0S27oyjY8uYc_4k02aC6G6jv1lhjlsLKIkozegNOu_UE2NB9BgyX3i33qrg-MH/s1600/InmaBlanco1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="433" data-original-width="331" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY28QQ_EGYKETS7sgFTlzrC8megBjRB5TUm5Q4AUg34o873ZLCqJWClv8AEEdK3FOhiFbIS_dSXkgoEZ0S27oyjY8uYc_4k02aC6G6jv1lhjlsLKIkozegNOu_UE2NB9BgyX3i33qrg-MH/s320/InmaBlanco1.jpg" width="244" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Mi vida era demasiado inquieta como para perderla leyendo, bueno eso era más o menos lo que sentía cuando corría a trompicones por Membrilla mi pequeño pueblo manchego.</span></span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Recuerdo la mano amorosa de doña Marce acompañando a la mía mientras entre las dos juntábamos unos palotes de los que de forma mágica salía algo parecido a las letras. Muchos días, la profe repartía equitativamente la pizarra, que rodeaba toda el aula de las niñas en la escuela de San León, y entonces comenzaba lo divertido. En aquel pequeño espacio de pared, podía dar rienda a mi fantasía, dejar que mis manos escupieran lunas, soles o estrellas: sí, porque mis primeras palabras eran dibujos inconexos, como los de casi todos los niños a los que permiten soñar despiertos.</span></span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Un día, a escondidas de mi madre, me llevé al parvulario un precioso libro de cuentos que alguien acababa de regalarme. Aún hoy imagino los dibujos preciosos de sus láminas y siento, tan claramente como aquel día, el dolor que me produjo verlo todo roto en una especie de alcantarilla situada en el patio de recreo. Los juguetes y los libros eran un bien preciado e inusual en los niños del pueblo, solo aquellos que teníamos familia fuera de allí solíamos tenerlos. No sé si fue la envidia o la rabia de alguna de mis compañeras, yo solo recuerdo mi propia rabia y dolor. Un libro es un tesoro demasiado valioso para sacarlo de casa, al menos eso es lo que pensé aquel día.</span></span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>El libro preferido de mi hermana era el de Heidi de Johanna Spyri. Cuando cumplí los nueve años descubrí que también era el mío. Fue el primer libro que fui capaz de leer entero (hasta entonces solo leía comics) y aquel verano, en el que yo estaba por fin en casa convaleciente de mis dos operaciones, fui consciente de que todo el sufrimiento de la niña de los Alpes en la ciudad de Frankfurk era similar al mío en aquel hospital de Madrid. Heidi abrió para mí una puerta que nunca más se cerró.</span></span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Mi hermano, a diferencia de mí, devoraba libros desde una edad temprana. Este hecho facilitaba que yo tuviera un buen surtido de libros para elegir. Él tenía casi todos los libros de Julio Verne, un escritor que a mí no me hacía mucha gracia, pero gracias a mi hermano, pude vivir aventuras sin fin. Recuerdo con mucho cariño libros como: "La isla del tesoro" de Robinson Crusoe, "Los viajes de Gulliver"... etc. Se suponía que eran libros para chicos pero a mí me encantaban.
En mi adolescencia descubrí a Charles Dickens y leí todo lo que de este escritor caía en mis manos; me pasaba los días ahorrando para comprarme libros ya que mi hermano no los tenía todos. Con trece años leí "Los Miserables" de Víctor Hugo en dos tomos enormes; también por aquella época más o menos cayó en mis manos "El Decamerón" un libro que me dejo alucinando y que me abrió la parte más oculta del ser humano: la del sexo. Yo ni imaginaba que pudiera haber libros que hablaran abiertamente de todo lo que yo creía sucio y oscuro.</span></span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Me encantaba leer y a la vez intentaba escribir y vivía un mundo paralelo lleno de fantasía. No me gustaba mi mundo real, había pasado dos años de mi infancia en un hospital y tenía grandes problemas para volver a sentirme parte de mi familia. Mi refugio, mi mundo estaba en todas aquellas historias que leía o que imaginaba. Pero el tiempo todo lo cura o al menos poco a poco va poniendo todo en su sitio.
Con los años, he visto como mis hijos aprendían a leer, como de un día para otro aquellos signos incomprensibles tomaban forma en sus pequeñas cabecitas y como daban forma a sus sueños a través de dibujos y más tarde de palabras. Y he visto también a mis nietos y como alguno de ellos ha heredado de mí un gran amor a la lectura. Ahora escribo, sueño, imagino pero sobre todo indago y busco en mis raíces que para mí lo son todo. Creo a pie juntillas que las mejores historias casi siempre surgen de la realidad por muy dura que esta haya sido porque siempre hay rayitos de luz que la hacen brillar. </span></span></span></span></div>
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Inma Blanco.</span></span></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span class="_5yl5"><span>Educadora Social, Criminóloga y Escritora (o al menos intento serlo).</span></span></span></span><br />
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Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-78665540404053904512017-05-05T19:54:00.000+02:002017-05-06T21:35:33.316+02:00Alessandra Bonatti<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcPZD7yuLT1Lkjc2tAI33U8QrEIusd-JCTulJca9GD4e8DFUanHGiUjfU-b-P-_pXZfMehZoZRJWDfunwG6_F-V7cT6Cy0ZxGbChOEJSOJoEtyRMNj2mJ5ogn49izg2jqnTweg02tngN4b/s1600/Alessandra+Bonetti.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcPZD7yuLT1Lkjc2tAI33U8QrEIusd-JCTulJca9GD4e8DFUanHGiUjfU-b-P-_pXZfMehZoZRJWDfunwG6_F-V7cT6Cy0ZxGbChOEJSOJoEtyRMNj2mJ5ogn49izg2jqnTweg02tngN4b/s320/Alessandra+Bonetti.jpg" width="261" /></a></div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-66a0ef4a-d9b5-9b5f-4499-1242425a001d" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">En mi casa siempre hubo libros en distintos idiomas, revistas, discos de música y poca televisión.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Cuando llegué con mi familia a México con poco mas de dos años recuerdo a mi madre que colocaba libros que sacaba de cajas de cartón sobre los estantes de la biblioteca. Uno en particular llamó mi atención. Tenía una portada coloreada con una de las rimas del libro; la de la vaca que saltaba sobre la luna. Se trataba de “Mother Goose” , Mamá Gansa. Esa vaca risueña que saltaba en dirección de la luna que a su vez sonreía me llevó a pensar que tanta jocosidad bien merecía comprender lo que significaban esas letras negras sobre la hoja blanca.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Ahí se abrieron las puertas que me han llevado a leer insaciablemente.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">En la escuela primaria tuve la buena fortuna de tener a la Sra. Emilia Quilez como profesora . Era una mujer con una personalidad contundente que había huido de España con su familia durante la guerra civil en 1936. Recuerdo en particular la lectura de Juan Ramón Jiménez y sus relatos de su amado burro, Platero.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Mas tarde, nuestra maestra fue la Señorita Herrera cuya vida fue dedicada a la enseñanza. Gracias a ella aprendí mucho sobre la historia de México empezando por los pueblos que vivían en el territorio mexicano antes de la llegada de los españoles; los toltecas, chichimecas, zapotecas, mixteco zapotecas, mayas, aztecas entre otros. Eran tantos pero cada tribu tenía sus singularidades y cultura. Nos mostraba dibujos de los mismos mientras se desenvolvían en su vida de todos los días. </span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Cuando llegué a la escuela secundaria me agradaba dirigirme a la biblioteca de la escuela americana durante las horas de recreo. Ahí descubrí a la que se convertiría en mi heroína, una chica de nombre Nancy Drew que era detective e investigadora a la edad de 18 años. Junto con otras dos amigas resolvían casos misteriosos con ingenio y astucia. Era huérfana de madre y su padre era su mayor admirador, alentándola a seguir con su trabajo. En vez de recordarle que corría peligros la sostenía e instaba a creer en si misma. </span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">A medida que fui creciendo descubrí a los grandes autores de la literatura latinoamericana. En particular la gran obra de García Márquez dejó en mi una huella profunda.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Ser<span style="font-family: inherit;">í</span>amos seres empobrecidos sin la lectura de un buen libro.</span></span></span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Alessandra Bonetti </span></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Traductora e int<span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;">é</span>rprete</span></span></span></span><br />
<br />
<br />
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-44122329552102705002017-03-13T12:52:00.002+01:002017-03-28T17:03:06.537+02:00Ainize Salaberri<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP5eD9vmixhyphenhyphenY3sh3IB789BS9HiC9zh6xhtLghzUk-vdV8xf8v_jQeUdWGd7_9HX7HW9h84Uk6ReqowwXIvJHYA7fyh2f0MGIFY5UmmmBqWgCRpI0PxksrZ2NENnxmOYJaUS3Sbu9JHGKv/s1600/Ainize.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgP5eD9vmixhyphenhyphenY3sh3IB789BS9HiC9zh6xhtLghzUk-vdV8xf8v_jQeUdWGd7_9HX7HW9h84Uk6ReqowwXIvJHYA7fyh2f0MGIFY5UmmmBqWgCRpI0PxksrZ2NENnxmOYJaUS3Sbu9JHGKv/s320/Ainize.jpg" width="255" /></a></div>
<br id="docs-internal-guid-f6a85a23-c766-3e31-181a-6c8e4b655a6b" /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> «Una amiga mía va de librería en librería, yo creo que finge, que se inventa su amor por los libros; no puede existir semejante pasión.»</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Probablemente eso es lo que hubiese dicho yo, a mis nueve años, si hubiese tenido la capacidad de expresarme, en aquel entonces, con un lenguaje puro y directo. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">¿Libros? Menuda cosa</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">. La niña traviesa pero silenciosa que yo era no leía. En mi habitación había estanterías llenas de libros. Recuerdo el lomo de </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">La isla del tesoro</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, que aún está (y creo que es de los pocos) en la estantería; recuerdo los lomos de los clásicos (tres estanterías en total, ordenadas por colores; rojo, azul y verde) con Tolstoi, Verne, Dostoievski. Pero, sobre todo, recuerdo cómo los miraba, con qué indiferencia y con qué sopor. Veía en mi casa a mi padre leyendo y suponía que era algo digno de hacer, algo que por algún motivo que no comprendía </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">debía</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> hacer. No lo hacía. Muchas veces, llevada por una culpa que no sabía muy bien de dónde venía, cogía los libros y los hojeaba. Pasaba las manos por ellos, por el lomo que, a veces, tenía relieve; abría el libro y pasaba los dedos por las letras. Quizás incluso en algún momento oliese las páginas, no lo sé. Y tal y como los abría los volvía a cerrar. No me convencían. No me gustaban. A lo mejor era porque los veía ahí, en la estantería frente a mi cama, y sentía que me estaban imponiendo algo. Además de traviesa era rebelde, </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">a mí no me gusta que me manden</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, me oigo decir. Los veía ahí, esperando, y me daban rabia. Recuerdo lo que pensaba del tamaño de los cinco libros que formaban </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Guerra y paz</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">. Lo único que me llamaba de la obra era la palabra </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">guerra</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, pues definía perfectamente lo que sentía al mirarlos; era como si estuviese creando mi propia revolución negándome a leer. Y es que no entendía el placer que se me intentaba imponer. Lo mismo pasaba con los libros de lectura obligatoria en el colegio. Uno cada dos o tres meses, creo recordar, en castellano y en euskera. Y, cuando llegó el momento, también en inglés. Y los leía porque no me quedaba más remedio, pero aquello no ayudó a mi concepción principal de la lectura. En mi infancia nadie me enseñó a leer, nadie puso en mí la semilla de la curiosidad por ver qué demonios encerraban todos aquellos lomos de colores que, dicho sea por otra parte, alegraban mi habitación y hacían que me olvidase del horrible papel estampado de las paredes. Pero eso era todo; era bonito verlos desde fuera, única y exclusivamente, porque nadie intentaba que viese lo bonitos que podían ser desde dentro. De las explosiones en su interior nadie me habló, y yo me dediqué a perder el tiempo miserablemente. Y, pese a todo, me gustaba verlos, que se amontonasen, que mis padres me regalasen libros y los dejasen en las estanterías, que hiciesen sitio en ellas. Me gustaba tenerlos, tocarlos de vez en cuando, como si mi yo infante fuese capaz de advertir, de alguna forma, que en algún momento ellos se convertirían en parte esencial de mí misma y de mi vida, que realmente habría una revolución, una pasión, y que comenzaría gracias a ese amor por tenerlos ahí, cerca. Quién le iba a decir a aquella niña rubia y alejada de toda literatura que, en unos años, su vida no tendría sentido sin los libros.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Yo, como Agnès Desarthe, también tuve que aprender a leer.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">¿Qué me interesaba de pequeña? La vida contemplativa, al parecer. No tengo un claro recuerdo de qué hacía para llenar las horas o, mejor dicho, qué hacía para perderlas. No leía, tampoco me esforzaba en el colegio. Hacía deporte, mucho, y me gustaba estar sola. Cuando terminé primaria y empecé secundaria me dio por leer los libros de </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Pesadillas</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, quién sabe por qué. Pero eran los únicos libros, junto con los del pequeño Nicolás, que me atraían, entretenían, divertían. Y los leía de una atacada, y pedía más, y leía más. Los lomos de colores seguían esperando su turno. Mientras leo </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Cómo aprendí a leer</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, de Agnès </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Desarthe, me siento muy identificada con la niña que ella era. Los libros no le interesaban: «Leer no sirve para nada. Yo lo que quiero es escribir. Aún ignoro que existe un vínculo necesario para ambas actividades.» Escribir sí que me gustaba, como a ella. Recuerdo todos los cuadernos llenos de titulares y frases recogidas de los telediarios; llenaba páginas y páginas, con mi mala caligrafía, con todas las frases que escuchaba y que me daba tiempo a copiar. Saltos de historias que más tarde releería. También me gustaba ponerme delante de la tele, con cualquier cosa que mis padres estuvieran viendo, y con una frase cogida al azar escribir una historia. No sé qué fue de esos cuadernos ni qué objetivo pretendía con aquella actividad, pero recuerdo la sensación de estar haciendo algo importante. De pequeña, y es curioso, me llamaba más dejar por escrito —como si se tratase de una necesidad— que empezar por lo escrito. Era el camino incorrecto. Porque, como dice Desarthe, «La escritura es algo peligroso.»</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—Estoy tan hastiada —le confía a su hermana Julia, que se asombra:</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—¿Cómo haces para conocer tantas palabras?</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—Leo —responde Judith.</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—¿Lees? Pero si no te he visto nunca con un libro en la mano.</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—Leo a escondidas —murmura la pequeña.</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—¿A escondidas de quién?</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">—De mí misma —responde aún más bajito.</span></i></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Desarthe comienza a aprender a leer cuando su padre decide curarla (curarla de la no-lectura, claro). Le empieza a dar pequeños libros que sabe que hará que su hija cambie esa actitud un tanto despótica hacia la literatura. Le da a Camus, a Duras; descubre los asesinatos y los ambientes de Raymond Chandler, y da con </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">El ruido y la furia</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, de Faulkner. Y sigue. Salinger. Woolf. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Claro</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, pienso, </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">así sí.</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> También tiene una profesora sustituta que les hace leer a Prévert, que le lleva a Racine y su </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Fedra</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, y a sentir que la Bovary es una imbécil redomada. Aprende. Y un día llega a Isaac Bashevis Singer: «a partir del descubrimiento de Singer puedo leerlo todo. Ha saltado un cerrojo, ha cedido la última reticencia, ya no siento ni miedo ni aburrimiento (…) Me convierto en lectora compulsiva». Todos, creo, tenemos un escritor que nos cambia la vida, que nos hace lectores. Cuando una profesora, en cuarto de secundaria, me enseñó a leer, lo hizo a través de Gabriel García Márquez, de Darío Jaramillo Agudelo, de Benito Pérez Galdós, de Luis Sepúlveda. Luego llegaría otro profesor que me hizo amar, en la asignatura de Derecho, a George Orwell, a Franz Kafka, a Saramago. Devoré </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">1984</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> y creo que ese libro fue el que me convirtió en lectora. Más tarde vendrían los meses previos al gran salto académico y la búsqueda de lectura, casi todos los días, en las librerías, de aquellos títulos que habrían de iluminarme el camino. En aquel entonces eran los títulos los que me convencían, más que la contraportada. Con el tiempo aprendí a no fiarme de ninguna de las dos cosas; ambas eran bastante mentirosas. A leer también se aprende malgastando el dinero. Después llegaría la universidad y con ella todas mis obsesiones (Virginia Woolf, </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Frankenstein</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, Sylvia Plath, Anne Sexton), y más adelante llegaría la vida, y la revista, y…</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Siento, de alguna forma, que la vida literaria, íntima y personal, exclusiva y privada, de Agnès Desarthe tiene mucho que ver con la mía. De pequeñas rechazábamos los libros, afirmábamos que no nos gustaba leer, pero sí escribir. Pese a todo, nuestros resultados académicos nos llevaban a tener que sobrevivir, o malvivir, de las letras. Ella creció en un entorno en el que todo lo que la rodeaba eran libros, intelectualidad. Yo crecí en una habitación en la que todo lo que me acompañaba eran libros y lomos de colores. Y la intención. Y el saber que allí había algo que podía cambiarme la vida. Tardé demasiado en descubrirlo. O quizás no. Ahora sé que todo lleva su tiempo, que todo tiene su momento. Por suerte, aquella profesora de literatura de secundaria y bachillerato, me salvó la vida. Si no hubiese sentido ira y rabia después de leer </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Crónica de una muerte anunciada</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">, probablemente no hubiese seguido leyendo. Si Orwell no hubiese llegado para darme una lección, seguramente no hubiese querido estudiar filología. Si no hubiese estudiado filología no hubiese descubierto a Virginia, y no imagino mi vida sin ella, pero tampoco sin Orwell, sin Kafka, sin García Márquez, sin Anne. Mi apellido se liga ahora a todos los apellidos que marcan mi historia literaria y que me dan sustento, seguridad, un mundo en el que apoyar los pies sin miedo a derrumbarme. Y todo debe ocurrir cuando debe ocurrir. Como encontrar al amor de tu vida. Ahora sé de lo que hablo. Desarthe también traduce, era el paso natural. Para ella la traducción admite ciertos cambios (el cambio en el nombre de un personaje, por ejemplo), lo que vienen a ser como saltos al vacío. De hecho, creo que lo entiende como algo así: dejarse la piel al borde del abismo y saltar, desnuda, en un mundo que no has creado pero al que debes amamantar; darle forma, cuidarlo, traducirlo. «Siempre tengo presente, al traducir, la imperfección, la merma, el fracaso. Volvemos a la decepción. En traducción se empieza sistemáticamente vencido. (…) Y sin embargo hay que hacerlo, traicionar con toda consciencia, franquear la frontera a riesgo de asesinar la tan frágil poética, hacer obra de contrabando, y para ello es necesario, antes, saber leer.» Y de nuevo me doy cuenta de que empecé a leer para poder traducir, que estudié filología para leer y traducir, que deseo ganarme la vida leyendo y traduciendo. La vida no da puntada sin hilo.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.38; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">«Escribir, traducir (pero, finalmente, ¿no son una sola y única actividad?) me enseñaron a leer y siguen haciéndolo.<span style="font-family: inherit;"> </span>Ahora que leer se ha convertido en mi ocupación principal, mi obsesión, mi mayor placer, mi recurso más fiable, sé que el oficio que he escogido, el oficio de escribir, ha servido y sirve sólo a una causa: acceder por fin a la lectura, que es al mismo tiempo el lugar de la alteridad calmada y el de la resolución, nunca concluida, del enigma que constituye para cada uno su propia historia.»</span></span></span><br />
<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Ainize Salaberri</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Traductora, profesora de inglés y creadora y directora de la revista literaria </span></span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Granite & Rainbow.</span></span></span><br />
<br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><span style="font-size: small;">La <span style="font-family: inherit;">a</span>utora escribió este relato en su blog personal "Ainize Salaberri" y ha dado su permiso para publicarlo aquí.</span></span></span></span><br />
<br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><span style="font-size: small;"> </span> </span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-74450179885127682602017-02-24T16:43:00.001+01:002017-02-25T17:30:42.582+01:00Belén Gonzalvo Val<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Hj7FZWlR3gvjcJkORrQwh68XvQvhPMzoVjUkcC75Oi2cRocwFJH2Ucf_lmML4x5zFaeYdv3zV-ce1TdrsiSVNDszwJSW4me4hnRGYqa3ulET2fAYRBdeWdFQ8iAoomnKwBTgPZSW4mjL/s1600/Bel%25C3%25A9nGonzalves.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Hj7FZWlR3gvjcJkORrQwh68XvQvhPMzoVjUkcC75Oi2cRocwFJH2Ucf_lmML4x5zFaeYdv3zV-ce1TdrsiSVNDszwJSW4me4hnRGYqa3ulET2fAYRBdeWdFQ8iAoomnKwBTgPZSW4mjL/s320/Bel%25C3%25A9nGonzalves.jpg" width="246" /></a></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">SENDA DE LIBROS</span></span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Cuando era pequeña había una habitación especial en la casa de mis padres. Las sillas eran de plástico naranja y tenían repisas de las que se recogen en el lateral. Aunque con la maniobra para lograrlo corríamos el riesgo de pillarnos los dedos, plegarla y volverla a abrir era uno de nuestros pasatiempos favoritos. En esa habitación convertida en aula de matemáticas para las clases matutinas que impartía mi padre, se pasaba de recitar números y fórmulas a disfrutar con el ritmo de las palabras. Solo cuando entrabas comenzaban las aventuras.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">El sonido de la tiza en la enorme pizarra marcaba nuestro recitar:</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Por entre unas matas,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">seguido de perros,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">-no diré corría-,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">volaba un conejo.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">De su madriguera</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">salió un compañero,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">y le dijo: "Tente,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">amigo, ¿qué es esto?"</span></span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Las fábulas de Iriarte y Samaniego son el primer recuerdo que guardo de un texto aprendido para ser contado sin sentirlo como una obligación. Mi padre había logrado reunirnos a los cuatro hermanos alrededor de un libro lleno de animales, ritmo y muchas moralejas que yo apenas lograba entender.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Subió una mona a un nogal</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">y cogiendo una nuez verde,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">en la cáscara la muerde,</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">aunque le supo muy mal…</span></span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Era en ese aula donde conseguía cambiar lo que en el colegio se había convertido, según mis recuerdos, en un trabajo aburrido y lleno de temor: aprender a leer. Esto lo supongo, porque mi único recuerdo de parvulario relacionado con mis primeras letras no es bueno. Me veo escondida debajo de la mesa, agobiada por las grandes vocales que vigilan desde los carteles que forraban las paredes de la clase. Es posible que todo fuera parte de algún juego de la maestra que no debí de entender bien, porque asustada estaba, y mucho. Hasta tuve pesadillas llenas de grandes vocales persiguiéndome cada noche. Lo alucinante de esos sueños era que la velocidad parecía siempre la misma, daba igual que la vocal fuera una O que un palo poco dado a rodar como la I. Siempre me despertaba un paso antes que caer aplastada por una letra monstruosa, pero la angustia no me la quitaba en todo el día.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">En cambio con los poemas le cogí el ritmo al asunto, tanto que con el tiempo aprendí a tocar la guitarra para poder contar historias con un compás distinto al de la escuela.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Todavía hoy, cuando nos reunimos los hermanos, somos capaces de recitar alguna de esas fábulas corrigiéndonos y sintiendo el cariño de nuestro padre en cada verso. Eso sí, acompañados de los instrumentos que cada uno fuimos eligiendo a lo largo de nuestra senda de libros y ritmos.</span></span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.26; margin-bottom: 0pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Gracias, papá.</span></span></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Belén Gonzalvo Val</span></span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><span class="_5yl5">Violonchelista y en los últimos años cuentista de ratos perdidos.</span></span></span></span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><span class="_5yl5"> </span> </span></span></span>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-20805684787491927582017-02-21T17:48:00.003+01:002017-02-21T17:48:38.256+01:00Gabriel Noguera<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf6EbC-hlxehty0Qb8k9nAvLr3lr0uKGIO_bvzaZ25E5wsS_A4fobuyJThxsMl1cr1zOvniKO7qnFwW13TyjJwzBvhaUdYFT_LoZ_NNTnyj1FFInf6iyXqWUmMk39ecDFtsaTYwNHL7hNF/s1600/GabrielNoguera1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="285" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf6EbC-hlxehty0Qb8k9nAvLr3lr0uKGIO_bvzaZ25E5wsS_A4fobuyJThxsMl1cr1zOvniKO7qnFwW13TyjJwzBvhaUdYFT_LoZ_NNTnyj1FFInf6iyXqWUmMk39ecDFtsaTYwNHL7hNF/s320/GabrielNoguera1.jpg" width="300" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">No podría asegurarlo ante un tribunal, y menos en la España de hoy en día, en la que te meten en la cárcel por cualquier declaración que no agrade a la autoridad competente, pero creo que me enseñó a leer mi madre, lo que tiene ventajas y desventajas. Las ventajas son evidentes: aprendes cómodamente en casita, sin necesidad siquiera de quitarte el pijama, en un entorno cálido y familiar. Una desventaja importante es que aprendes aislado del mundo. Si uno pudiera aprender a leer en la calle, socializando con otros niños… Desde aquí lanzo un llamamiento a la comunidad educativa para que se estudie esta posibilidad.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Me gustaría decir que esta precocidad en la lectura se debió a un rasgo de genialidad por mi parte, pero no sólo el presente desmiente esta teoría, sino que en realidad sospecho que todo era una estratagema de mi madre para neutralizarme, pues un niño lector es un niño tranquilo. No es lo mismo tener a tus retoños brincando y montando follones por todas las habitaciones que sentados en el sofá y sumergidos en la lectura.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Ah, todo parecía sencillo en aquella España postfranquista y ochentera. Estábamos llenos de ingenuidad, en parte porque éramos niños, supongo. Recuerdo que en preescolar me sentaron junto a una niña (muy guapa, por cierto) y nos pusieron ejercicios de caligrafía. Mi ejercicio era redactar una y otra vez mi nombre, mientras que ella tenía que escribir «aaaaaaaaaaaaa». Yo pensé: qué nombre tan raro tiene. </span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> </span><br /><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">La lectura me ha brindado múltiples satisfacciones al mismo tiempo que me distanciaba de la realidad, de mis semejantes y, sobre todo, de la práctica habitual del sexo, sólo que antes de la pubertad no era consciente de estar cavando mi propia tumba. El futuro no estaba en la palabra escrita, sino en los deportes y en tocar algún instrumento musical. Aprovecho esta oportunidad para aconsejar a los padres que piensen en la felicidad venidera de sus hijos y los apunten a clases de fútbol y piano. A ser posible, no simultáneas.</span></span></span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Gabriel Noguera</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Escritor secreto, tercermundista y sentimental.</span></span></span></div>
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<br />
<span style="background-color: transparent; color: black; font-family: "times new roman"; font-size: 12pt; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"></span>Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1339707006142877668.post-79713464651796813712017-02-10T12:25:00.001+01:002017-02-10T12:28:29.768+01:00Gaby Carrillo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKCkVs_nsA6dis3ujsVCaeHkPQ9Rfp-0AOOFsTK4iLZ7jPs3gF5QcVIbBzcWd0k1EJhpK2K4OqbvyeT75BkDJnXfRvOpWLTs7GBnSDfjGUomjLmTRvK7-NEg9_pyhny1dHVbu2VuUHlwoO/s1600/Gabycarrillo1.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKCkVs_nsA6dis3ujsVCaeHkPQ9Rfp-0AOOFsTK4iLZ7jPs3gF5QcVIbBzcWd0k1EJhpK2K4OqbvyeT75BkDJnXfRvOpWLTs7GBnSDfjGUomjLmTRvK7-NEg9_pyhny1dHVbu2VuUHlwoO/s320/Gabycarrillo1.png" width="184" /></a></div>
<br id="docs-internal-guid-8cfab641-27bb-7355-fe93-b8bedda52da9" />
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Yo pienso que aprendí a leer y escribir en el kínder. Todavía recuerdo los ejercicios de caligrafía que teníamos que hacer y el choque que recibí cuando me enteré que mis hijos no sólo no tenían que hacerlos sino que aprenderían a escribir en cursiva hasta el segundo grado. Pero como diría mi mamá, esa es harina de otro costal.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Tanto mi mamá, que dejó de ir a la escuela desde niña para cantar profesionalmente, como mi papá, que se fue a los 13 años a la Academia de San Carlos para dedicarse a pintar, siempre fueron ávidos lectores, así que en casa jamás faltaron los libros, desde diccionarios en cuatro idiomas y enciclopedias, hasta libros de arte y literatura de todo el mundo, tampoco faltaron los periódicos porque mi papá leía 3 o 4 todos los días para “sacar tema” para su cartón editorial.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">De mis primeros recuerdos de libros está un libro titulado “Los viajes de Marco Polo” en una versión móvil por la que me picó no sólo el gusanito de la literatura sino también el de los viajes. También recuerdo las Fábulas de Esopo y muchos cuentos clásicos que eran populares en aquella época. Las historietas del periódico por supuesto que tenían desde “Memín pingüín” y “Mafalda” hasta “El príncipe valiente”. Mi papi, que era caricaturista y admiraba a Disney, nos compró los tomos de Disney con los hermosos dibujos y las historias de La cenicienta, La bella durmiente, Blanca Nieves, etc.; y también recuerdo leer con mi hermana una versión de niños de Las mil y una noches y las versiones de los “Libros eternos para la juventud” de cuentos como “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Mujercitas”, “La isla del tesoro”, etc. (¿se acuerdan?) </span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Pero el libro que me marcó de niña y que me regaló mi mami, definitivamente fue “El Principito” con las historias de su rosa, su oveja, su hombre serio, los baobabs y, mi personaje favorito, el zorro. Todavía cuando algún amigo me deja plantada o llega muy tarde me pregunto si habrá leído El Principito, porque... <i>“si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres”.</i></span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Un poquito más tarde recuerdo que mi papi me daba a leer novelas biográficas de los héroes de la Independencia de México para que aprendiera historia de una forma divertida y mi mamá me daba a leer algún cuento de Tolstoi o novelas cortas como “El círculo de tiza” de Bertolt Brecht, una de mis favoritas.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Mi hermana Marina (la más cercana en edad a mí) me lleva 4 años y de niñas nos peleábamos mucho, pero más adelante la lectura, entre otras cosas, nos unió. Algunos de mis recuerdos más añorados son las horas que nos pasábamos leyéndonos una a la otra y actuando las partes que nos tocaban. Leíamos de todo un poco, pero siempre un libro a la vez, desde “El mercader de Venecia” de Shakespeare hasta “El diario de un loco” de Gogol o “La madre” de Gorki, los “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Neruda, “El lobo estepario” de Hesse o “Los de abajo” de Mariano Azuela.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 3.15pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Otro libro que me marcó desde la adolescencia fue la Biblia, específicamente estos versículos que trato de recordar en todo lo que hago: </span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;"></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin: 0pt 31.5pt 3.15pt 9pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">1 Corintios 13:</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">2 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">3 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun si entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.2; margin: 0pt 31.5pt 3.15pt 9pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">4 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">5 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">6 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad.</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 700; text-decoration: none; vertical-align: super;">7 </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.</span></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;"></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">También en la adolescencia empecé a leer a mi autor favorito: el Gabo. Empecé con “Cien años de soledad” y no pude parar, mientras más leía, más lo amaba. Tanto así que el día que lo tuve a un metro de distancia en un congreso de la OMPI, me quedé absolutamente muda. Uno creería que con todas las celebridades, políticos y periodistas que conocí desde niña por las carreras de mis padres, no tendría ningún problema para hablar con cualquiera, jajá, con cualquiera menos GGM, ni el “hola” me salió. En fin, que he leído todo lo que he podido conseguir de él. Algunos de mis favoritos son “La historia de Miguel Littín clandestino en Chile”, “Crónica de una muerte anunciada” y “El amor en los tiempos del cólera”. </span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Toda esa lectura me hizo un gran favor cuando me enamoré de un americano y me di cuenta que no podría usar mi título de abogada en Gringolandia. ¡Bendita sea la lectura y bendito sea el placer de traducir!</span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">También en su momento leí casi todo lo de Isabel Allende y, mi libro favorito de ella es... ¡A que no adivinan! “Inés del alma mía”, extraordinaria novela histórica. </span></span></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Sigo leyendo cada vez que me puedo robar un momentito –más bien momentote, para qué nos vamos a engañar–, ahora también en inglés, y como ya me alargué, los dejo con una recomendación en cada idioma: en castellano, “La catedral del mar” de Ildefonso Falcones. Si son como yo lo van a ver y van a pensar ‘oh, está colosal’, sí, pero les prometo que se lo comen. Y en inglés, </span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: italic; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">“Cutting for Stone”</span><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"> de Abraham Verghese, un médico que decidió escribir un par de libros. Los otros no se ven muy interesantes pero cuando terminé esa novela no concebí leer otra cosa por dos meses enteros. Los que no leen inglés, pueden encontrarla bajo el título de “Hijos del ancho mundo”, no se la pierdan.</span></span></span><br />
</div>
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<span style="font-family: inherit;"></span><br />
<span style="font-family: inherit;"></span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.295; margin-bottom: 8pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Gaby Carrillo.</span></span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><span style="background-color: transparent; color: black; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: 400; text-decoration: none; vertical-align: baseline;">Traductora e Intérprete simultánea.</span></span></span></span></span></span><br />
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Mayti Zeahttp://www.blogger.com/profile/16202589073962031930noreply@blogger.com0