Mis primeros recuerdos de la lectura tienen mucho que ver con la palabra, con mi padre y una enorme fila de niños esperando su turno para leer ante la seño.
Hace poco leí una entrevista en la que el actor Juan Mayorga recordaba el placer de escuchar a su padre leer en voz alta y cómo aquello marcó su gusto "por las palabras y la lectura". Mi padre no leía en voz alta, ni tenía grandes estudios, pero era un entusiasta de la palabra, cuanto más rara mejor. Las pronunciaba, las repetía y las insertaba en sus conversaciones con cierta ironía. Le encantaba buscar en el diccionario, uno de los primeros libros que me regaló, fue un enorme diccionario Sopena ilustrado que yo adoraba. Al final, mi padre olvidó todas aquellas palabras, debido a una penosa enfermedad, pero de algún modo yo continué esa pasión y las revivo.
Otro de mis primeros recuerdos lectores me lleva a mí en el cole en una larga cola de niños, esperando a que la seño nos llamara a su mesa para leer la lección. Nerviosismo y excitación por hacerlo bien. Y luego el placer de leer y escuchar leer en voz alta, no había nada mejor.
De todos modos el instituto fue mi despegue lector, ahí me topé con la literatura en mayúsculas. La poesía se instaló en mi vida hasta la fecha y comencé a hacer lo que más me gusta, escribir, aunque desde los diez años había sido una empedernida escritora de diarios que aún conservo.
Me gusta pensar que ahora me dedico a hacer amar la palabra, la literatura, los libros a las personillas que cada curso me encuentro en una clase. Pues eso, me gusta pensarlo y pongo todo mi empeño en conseguirlo.
María José Chordá.
Profesora de lengua.
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